Moción: ¿Vacunarse o no vacunarse? Esa no es la cuestión

Vacuna Covid-19

La decisión de vacunarse, o no, definitivamente es una decisión personal. Sin embargo, la determinación que tomen las personas tiene repercusiones a nivel social. Por lo tanto, creo que la cuestión no debe ser sobre la decisión personal de vacunarse sino sobre los consensos sociales que elaboremos para poder convivir todos, respetando los derechos de los demás.

Para mi, es similar al tema del cigarrillo. Fumar o no fumar es una decisión personal, sin embargo como sociedad hemos acordado que no puede hacerse en lugares públicos cerrados, de tal forma que no se viole el derecho a decidir, pero se respete el derecho al aire puro de los demás. En este sentido, si las personas quieren fumar en su hogar y afectar su salud y la de los suyos, es su decisión. No obstante, no pueden deteriorar la salud de los demás fumando en ascensores, restaurantes, vehículos públicos, etc.

Con base en este ejemplo, considero que no sería necesario obligar a las personas a vacunarse, sino que necesitamos construir acuerdos en donde todos nos sintamos bien y tranquilos. Por lo tanto, las personas que no deseen vacunarse no deberían poder trabajar o asistir a reuniones en espacios cerrados sin el respectivo uso del tapabocas. Podrían hacerlo en sus hogares, en espacios abiertos y distanciados, o con el tapabocas siempre puesto, con el objetivo de evitar el contagio y propagarlo.

Por consiguiente, en la medida en que las restricciones se levanten, en que tratemos de volver a una falsa normalidad, debemos construir acuerdos sociales, basados en la evidencia científica, para determinar qué tipo de comportamientos deben restringirse o promocionarse para que las personas que no desean vacunarse puedan vivir con esa decisión sin afectar a los demás, y que los que ya se vacunaron, y los que desean hacerlo, puedan disfrutar de las ventajas de tener un riesgo reducido de enfermarse.

De la misma forma, no se trata de criticar o acusar a los demás por pensar diferente. No es que la contraparte sean bruta o ignorante, sencillamente tienen creencias distintas que hay que respetar, pero que debemos poder llegar a unos acuerdos que nos permitan vivir en sociedad.

Yo creo que la ciencia, creo en la humanidad y por eso estoy vacunado para ayudar a mitigar la pandemia. Pero entiendo los miedos, aunque no los comparto, de las personas que deciden no vacunarse. Lo importante, reitero, es que sean conscientes del impacto social de su decisión y acepten las decisiones que se tomen a nivel local o mundial sobre las restricciones necesarias para que todos podamos vivir en sociedad, protegiéndonos los unos a los otros.

Imagen de hakan german en Pixabay.


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Moción: ¿Nos falta cultura?

Con frecuencia leo o escucho a personas mencionar que en Colombia no tenemos cultura, que somos incultos o que nos falta cultura, como si eso significara algo en si mismo. Lo cierto es que si la cultura es un conjunto de saberes, creencias, tradiciones y pautas de conducta de un grupo social, es imposible que nos falte o que no tengamos cultura, lo que pasa es que la cultura que tenemos no es la deseada. Por lo tanto, ¿qué tipo de cultura tenemos, cuál quisiéramos tener y cómo logramos migrar de la cultura actual a la cultura soñada?.

¿Cuál es nuestra cultura? Probablemente tendríamos muchas opiniones al respecto porque tenemos diversas culturas por regiones, género, raza, estrato social, edad y por creencias religiosas, económicas y políticas, por mencionar algunas. Por lo tanto, no es que no tengamos cultura, a lo mejor es que sentimos que no tenemos una cultura única, que nos identifique a todos.

Algunos se pueden enfocar en lo malo y pensar que tenemos una cultura narco, violenta, corrupta y de la ilegalidad. Otros pueden ver el otro lado y sentir que nuestra cultura es amabilidad, diversidad y esfuerzo. Lo cierto probablemente es que somos un poco de todo.

Entonces, ¿Cual es la cultura deseada? Porque más importante que definir nuestra cultura actual, sería poder construir un consenso de la cultura que deseamos todos como Colombianos. Por mi parte sueño con una Colombia diversa, inclusiva, respetuosa, de paz e institucional, es decir, un país en donde todas nuestras subculturas quepan, en donde respetemos los derechos de los demás como si fuesen mis propios derechos, en donde resolvamos los conflictos sin violencia y en donde la institucionalidad haga presencia en todos las ámbitos de la vida para que podamos confiar en las instituciones y en el gobierno.

Probablemente otros sueñen con otro tipo de cultura. Algunos con una cultura blanca, heterosexual, elitista, machista o urbana, y otros con una cultura popular, rural, feminista, campesina y/o indígena. Es ahí donde sufrimos los famosos choques culturales en donde una cultura intenta imponerse sobre la otra. Yo confío en que podamos precisamente crear una cultura en donde todas las culturas basadas en el respeto, puedan coexistir.

¿Cómo lograrlo? No es tarea fácil, pero creo que el diálogo y el respeto son dos principios claves para empezar a construir esta cultura soñada. Y en la medida en que tengamos mayor comprensión entre los que pensamos diferente, lograremos ir mejorando las instituciones para que nos incluyan a todos.

¿Qué piensas tú… cuál es nuestra cultura, cómo debería ser y cómo lo logramos?


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Moción: Conceptos vacíos

Con frecuencia utilizamos conceptos cuando nos expresamos, pero olvidamos comunicar la interpretación que le damos a esos términos, razón por la cual terminan siendo vacíos y malinterpretados, lo que nos lleva a discusiones innecesarias. Por lo tanto, la invitación de esta moción es a darle contexto a nuestros conceptos y llenarlos de nuestra interpretación para que nuestra comunicación sea más efectiva.

Por ejemplo, dada la coyuntura actual, es muy común ver expresiones como: “los buenos somos más”, “nos falta cultura”, “no tenemos ética”, “paros y bloqueos pacíficos”o “es justo”, entre muchas otras que caen en vacíos de interpretación. Lo bueno, lo malo, lo justo, lo ético, la cultura y la paz, como todos los conceptos, no son universales y absolutos sino que varían según la interpretación que les damos.

Lo que es bueno, justo, pacífico, ético y representa mi cultura, puede ser diferente para otras personas. Por consiguiente, antes de emitir juicios de valor según nuestra interpretación de la realidad, usando conceptos vacíos, deberíamos buscar dialogar para llegar a consensos sobre lo que esos términos significan para todos los interlocutores. Sólo cuando eso pase, sería posible usar el concepto sin explicación, mientras tanto, es necesario que aclaremos cómo interpretamos cada término.

Tengamos siempre presente que la realidad es subjetiva y que nadie posee la “verdad absoluta” porque esa verdad no es alcanzable, pero si podemos construir la “verdad colectiva” que se alcanza cuando todos tenemos la misma interpretación, es decir, cuando llegamos a consensos.

Por lo tanto, no permitamos que la sociedad y nuestras relaciones se destruyan por el uso de conceptos vacíos. Debemos darles contexto y nuestra interpretación para que podamos construir, porque de lo contrario podemos estar hablando de lo mismo, pero usando conceptos diferentes, o podemos creer que hablamos de lo mismo, cuando la interpretación es diferente. El problema no es el concepto (creo que todos buscamos la paz, por ejemplo), el problema es la interpretación detrás de él (qué tipo de paz y cómo la logramos).

Y especialmente es importante tener en cuenta esto cuando usamos las redes sociales, pues su propia dinámica nos invita a escribir corto y a usar sólo conceptos vacíos, sin espacio a explicaciones o interpretaciones.

Por eso concluyo haciendo la invitación a usar el teléfono para llamar, o a escribir largo y a darnos el tiempo de leer extenso, o a tener reuniones, en donde podamos expresar nuestras interpretaciones detrás de los conceptos, de tal forma que podamos entendernos realmente.


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Moción: ¿es el bien y el mal una definición absoluta?

En estos días intenté, fallidamente, tener una conversación con un amigo sobre el bien y el mal como términos absolutos pues se escucha mucho en estos momentos expresiones que pretenden dividir la población entre los buenos y los malos. Y cómo siempre, mi pregunta es… ¿Según quién? o ¿acuerdo con qué perspectiva? Porque para muchos, los malos son los marchantes y para otros muchos, los malos son los policías o el gobierno, por dar un ejemplo. Entonces, o todos estamos equivocados o efectivamente debemos entender que la realidad es subjetiva y los términos varían según cómo se interpreten.

Los buenos en general parecerían ser los que se comportan adecuadamente según mi cultura y mis creencias, mientras que los malos son los que no. Capitalistas vs socialistas, católicos vs musulmanes e izquierda vs derecha, son solo algunos ejemplos, en donde las personas que creen en esas filosofías consideran que sólo quienes persiguen los mismos ideales son buenos mientras que los que persiguen otros ideales son malos.

Ahora bien, si centramos el argumento es las acciones buenas o malas y no en las personas, podríamos pensar que el resultado es diferente, pero la conclusión será la misma. Por ejemplo, robar, mentir o matar, parecerían ser actos universalmente malos, sin embargo, ¿es malo el oficial que ejecuta la condena de pena de muerte porque así lo determina la ley?, ¿es malo el soldado que asesina a un combatiente ilegal?, ¿son malos los padres por mentir a sus hijos sobre la existencia de Papá Noel?, ¿somos malos por mentir sobre información que sabemos puede hacer sentir mal a los demás?, ¿es malo el que se encuentra un billete en la calle y se queda con él? o ¿es malo quien roba a un ladrón para devolver la plata a sus dueños o repartirla entre los más necesitados?.

Bajo ese concepto, si es la acción en si misma la que es absolutamente buena o mala, entonces no deberíamos cometerla nunca, bajo ninguna circunstancia, pero lo más probable es que muchos decidamos cometer ciertas “malas” acciones buscando un mayor “bien”. Y esa decisión se basa en la interpretación de lo que consideremos es un mal menor y/o un bien mayor, lo cual dependerá según nuestras creencias y cultura.

Por lo tanto, la próxima vez que juzgues a los demás como “buenos” o “malos” o recrimines ciertas acciones como “buenas” o “malas”, ten en cuenta que en muchos casos las personas no son ni hacen ciertas acciones por el deseo inherente de ser malos o hacer actos de maldad, sino que probablemente lo hacen pensando que a través de esos actos están alcanzando un bien mayor.

Ahora bien, esto no significa que si estos actos son sancionables por la ley local, no deban serlo, pues por ahora son un consenso de la población y deben cumplirse para garantizar la estabilidad social. Lo que no significa, es que por hacerlo, sean “malos” y deban ser eliminados por los “buenos”. Todos somos buenos y malos en alguna extensión del término o según alguna interpretación. ¡Recuérdalo!


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Moción: ¿Son, o deberían ser, adaptables las leyes?

Probablemente nuestro instinto nos lleve a considerar que las leyes no son, ni deberían ser, adaptables pues la ley es la ley y debería aplicarse de la misma forma para todo el mundo. Sin embargo, si bien este pareciese ser el espíritu de las leyes o normas, la realidad es que todos nosotros tendemos a buscar la forma de adaptarlas a nuestra realidad, mediante la interpretación.

Por ejemplo, creo que no hay una unidad residencial con piscina que considere apropiada la ley que exige tener un salvavidas los fines de semana, excepto que la piscina sea gigante, muy profunda y vivan cientos de niños. En la gran mayoría de los casos, las piscinas son relativamente pequeñas, poco profundas y no tienen una alta tasa de concurrencia de menores sin el cuidado de sus padres. Por lo tanto, tener un salvavidas parece un gasto innecesario, pero la ley lo exige. Entonces… ¿Todas las unidades residenciales con piscina lo tienen? Claro que no. Y frente a esto cada administrador(a) esgrimirá sus argumentos justificando su decisión, pese a que la ley es la ley.

Otro ejemplo muy frecuente lo vemos ahora en pandemia, con los diferentes decretos que emite el gobierno o los alcaldes. Frente a ellos, siempre quedan miles de preguntas sin responder y cada uno de nosotros interpreta los decretos a su favor. Muchos pensamos que nos estamos cuidando, que son innecesarios, que mientras nos cuidemos no necesitamos llegar a esos extremos, razón por la cual aún en toque de queda, inventamos cualquier excusa para salir. No obstante, criticamos a los que hacen exactamente lo mismo, interpretar la norma, pero cuyo resultado difiere del nuestro. Y es ahí donde decimos… “no aprenden”, “no entienden” o “son unos brutos”, pero siempre mirando hacia afuera, nunca hacia nosotros mismos.

Y desafortunadamente, lo que pasa con estos dos ejemplos, es lo que pasa con todas las leyes y normas. Cuando las interpretamos a nuestro favor, no decimos nada ni criticamos, pero cuando otras personas interpretan diferente y hacen algo que no nos parece, ahí si criticamos y pensamos que la ley es la ley y que todos debemos cumplirla. Parece que tenemos un doble rasero, flexible para nosotros e inamovible para los demás.

¿Qué debemos hacer entonces? Como siempre, no tengo la respuesta, sencillamente es una invitación a ser coherentes con nuestras creencias. Si crees que las leyes y normas son objetivas y deben seguirse, entonces no busques una interpretación que te favorezca y respétalas. Por el contrario, si crees que puedes adaptarlas mientras cumplas con el “espíritu” de la norma, entonces no critiques cuando otras personas hacen lo mismo, pues también la están interpretando a su criterio.

¿Cuál es tu posición? y ¿actúas coherentemente según esa posición?. Déjame saber tus opiniones.


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Moción: ¿La voluntad lo puede todo?

Nuestro cuerpo es una máquina perfecta que nos permite alcanzar todos nuestros objetivos y metas, siempre y cuando opere adecuadamente. Especialmente nuestro cerebro, el procesador de nuestra realidad, es vital que esté en óptimas condiciones para hacer realidad nuestros pensamientos y sentimientos. Por lo tanto, debemos buscar siempre que nuestro cuerpo esté en las mejores condiciones posibles y comprender que no todas las personas pueden alcanzar niveles óptimos por voluntad.

Muchas veces escuchamos decir que “creer es poder” o que “la fe mueve montañas” o que “todo es posible si realmente lo deseas”. Yo, precisamente, soy una de las personas que creen en estas ideas y que buscan que nos liberemos de nuestras creencias negativas y limitantes gracias al poder de nuestra voluntad. Sin embargo, también tengo que reconocer que cuando nuestro cuerpo no está al 100%, ejercer el poder de la voluntad yo no depende enteramente de nosotros.

Personas con demencia senil, alzheimer, síndrome de down, autismo o cualquier otra enfermedad que afecte de alguna forma el cerebro, no operan en la misma frecuencia que los demás y el alcance de su voluntad tiene límites. Por mucho que quiera que mi padre, por ejemplo, recuerde algo, su cerebro ya no se lo permite.

De la misma forma, personas con desequilibrios hormonales o químicos, que producen depresión, obesidad, trastornos psicológicos u otros efectos en el cuerpo, no pueden controlar únicamente con voluntad lo que sucede con ellos. Y nosotros no podemos sencillamente pensar que deben querer ser más alegres o dejar de comer inadecuadamente, por ejemplo.

Pensemos que nuestro cuerpo es nuestro vehículo. Mientras esté en optimas condiciones puede llevarnos a donde queramos, pero si está pinchado, descompuesto, desbalanceado, sin frenos o con otra falla mecánica, su alcance será más limitado y no podemos forzarlo al máximo o se afectará aún más. En estos casos, hay que pedir ayuda y llevar el vehículo al mecánico.

Lo mismo creo que pasa con nosotros, en ciertos casos, la voluntad nos lleva hasta cierto punto pero necesitamos ayuda adicional para balancear nuestro cuerpo, para ponerlo en el estado más óptimo posible, de tal forma que de ahí en adelante podamos seguir avanzando con nuestra voluntad.

Por lo tanto, cree que todo es posible pero acepta con humildad que no siempre depende de ti o de los demás, y que buscar ayuda es necesario en ciertos casos, por lo cual, no juzgues a los demás, sólo por creer que no tienen la voluntad para cambiar.

¿Estás de acuerdo conmigo?

Finalmente, te invito a ver la película “Loco por ella”, disponible en Netflix, que aborda un poco este tema.


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Moción: ¿Preguntar o responder?

Un antiguo proverbio suele expresar que si le damos un pez a un ser humano, este tendrá para comer un día, pero que si le enseñamos a pescar, podrá alimentarse el resto de su vida. Parecería entonces que el proverbio nos invita a darle más prioridad al proceso y al método, en vez de priorizar el resultado, el final. No obstante, por mi experiencia académica, siento que el sistema educativo está más orientado a priorizar el resultado por encima del método.

Desde niños, nos enseñan a dar la respuesta correcta en vez de enseñarnos a hacer las preguntas correctas, que nos llevarán a entender el método, el proceso o el contexto por el cual se llegan a ciertos resultados. Prima saber cuanto es 2 + 2, la fecha de la conquista de América, los elementos que componen el agua, dónde caerá un proyectil o el nombre de los presidentes en vez de aprender lo que hay detrás de esos datos, de esas respuestas y de esas “verdades”.

Ese modelo de educación, creo yo, nos mal enseñó que hay verdades absolutas, que hay respuestas correctas para todo y que el sinónimo de inteligencia es conocer todas las respuestas. Por lo tanto, al crecer seguimos tratando de adquirir todas las respuestas, porque pensamos que es sinónimo de adquirir conocimiento.

No obstante, cuando la respuesta falla, nos quedamos en blanco porque no fuimos educados para primar las preguntas, el proceso y el contexto. Sentimos que si nuestra respuesta no es correcta, hay algo mal en el mundo. Nuestra falsa realidad objetiva se derrumba, haciéndonos sentir mal.  

Por el contrario, si nos hubiesen enseñado que más allá de la respuesta, lo importante era aprender a hacer preguntas, a entender el contexto y comprender el método, entonces entenderíamos actualmente que no hay verdades absolutas, que las respuestas son el resultado de un consenso o de una mayoría, más no una realidad objetiva.

Por lo tanto, volviendo al proverbio, podríamos decir que si le enseñamos a un humano una respuesta, tendrá un conocimiento hoy, pero si le enseñamos a preguntar tendrá la capacidad para producir conocimiento el resto de su vida. No busquemos respuestas absolutas ni creamos que hay una sola respuesta correcta, por el contrario desarrollemos la habilidad de hacer las preguntas adecuadas para comprender nuestra realidad y la de los demás.

¿Qué piensas tú? ¿Preguntas o respuestas? ¿Qué es más útil?


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Moción: ¿superación personal?

Después del lanzamiento de mi segundo libro, “Cuando la humanidad creó a los dioses”, les pregunté si había temas sobre los que les gustaría que hablara en mis mociones y un amigo me recomendó este tema, así que hoy quiero invitarnos a reflexionar sobre la superación personal.

Lo primero es que sin duda es un tema muy popular en la literatura y en internet. Una búsqueda rápida en google nos arroja casi 25 millones de resultados relacionados con superación personal. Y por eso creo que todos nos hemos cruzado alguna vez con alguna publicidad que nos invita a comprar un libro, ha seguir una rutina de ejercicio, a hacer una dieta, a contratar un coach o a seguir los 5, 7 o 10 simples pasos para lograr la superación personal.

Todo este tipo de material parecería indicar que existe una fórmula mágica para la superación personal, lo cual no creo que exista, como lo comenté en mi moción “No hay respuestas técnicas para los problemas humanos”, porque eso implicaría creer que existe una verdad absoluta, que hay un definición real de lo que significa ser humanos y sobre las metas que debemos alcanzar. Aceptar esto significa que sólo podemos alcanzar la felicidad o sentirnos realizados de una forma y que todos debemos comportarnos de la misma manera.

Adicionalmente, si analizamos el término, creo que el enfoque está totalmente equivocado. Superar siempre hace referencia a otra cosa, persona o límite a sobrepasar, por lo tanto, la superación personal nos estaría indicando que hay algo que debe ser superado, en este caso tu mismo, tu personalidad o tu ser. Debes superar tus limites, debes sobrepasar a los demás, debes ser más y/o debes ser mejor. Pero todo esto nace de una comparación, cuyo mensaje central es que “tu no eres suficiente” y que por eso debes superarte.

Obviamente creo que es un mensaje nocivo, porque creo que todos somos suficientes y perfectos a nuestro modo. Claro, uno puede querer cambiar algo de si mismo, pero eso no te va a hacer mejor o no significa que te estés superando, sólo traduce que ahora eres diferente y que no eres como eras antes. La transformación personal no debería verse como una superación, porque no deberíamos compararnos nunca con algo más, especialmente si es algo externo, porque lo que hoy consideramos “mejor” puede ser “peor” mañana.

Piensa en una mariposa, por ejemplo. La mariposa no piensa que se superó a si misma, que dejó de ser gusano para ser mariposa, sencillamente se transformó. Antes era gusano y ahora es mariposa, ambos estados son necesarios y no hay uno mejor que otro, sencillamente son.

La realidad es subjetiva, no hay verdades absolutas o eternas, por lo tanto no trates de superarte o ser como alguien más, sólo trata de aceptarte y ser feliz como eres, y si no lo eres, cambia, pero nunca sintiendo que te estás “superando”, sencillamente aceptando que estás transformándote para lograr ser más feliz, lo cual no implica ninguna superación.

Y claro, si necesitas ayuda para aceptarte y ser feliz, busca ayuda, ya sea un psicólogo, un psiquiatra, un coach o un amigo, no para que te ayuden a superarte sino para que te ayuden a que tu mismo encuentres tu propia felicidad.

Por lo tanto… ¿superación personal? no lo creo. Deberíamos mejor hacer referencia a “aceptación personal” o “transformación personal”. ¿Qué piensas tú? ¿Aún quieres superarte personalmente?


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