Con frecuencia me gusta reflexionar sobre el significado u origen de algunas palabras y en esta ocasión me encontré pensando si la palabra “amable” tenía otro origen u otro significado diferente al habitual que usamos como adjetivo para expresar que una persona es afectuosa, afable, atenta, tratable, sociable, agradable, etc., y para mi sorpresa, efectivamente así es.
El sufijo “ble” que sirve para crear adjetivos, indica una posibilidad, capacidad o aptitud para recibir la acción del verbo. En este caso, una persona “ama…ble”, del verbo amar, significa que es una persona digna de ser amaba porque tiene la posibilidad, capacidad o aptitud de amar y ser amada.
Por lo tanto, las personas que no son amables, tienen una implícita posibilidad de no poder amar o ser amados. Los que viven criticando, odiando, quejándose, fijándose sólo en lo negativo y preocupados únicamente por si mismos, no son personas amables, en las dos definiciones del adjetivo.
Esto debería invitar a todos aquellos que desean encontrar el amor, a empezar siendo amables con todas las personas. Entre más amable, simpática, atenta y afectuosa sea una persona, más posibilidades, capacidades o aptitud de amar y ser amaba tendrá. Claro, igual hay que ser una persona “desea…ble”, para no caer en la “friend-zone” o “zona de amigos” por ser únicamente amable, pero es el primer paso.
Invito entonces a todos los que como yo, que no habíamos reconocido que el ser amable no es sólo ser simpático sino que también expresa que somos dignos de amar y ser amados, a que re-signifiquemos esta palabra y seamos más conscientes de su alcance.
Para amar y ser amado, hay que ser amable.
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