Moción: La pandemia y la invitación a la unidad

La pandemia del Covid-19 nos ofrece una mirada única en la historia de la humanidad. Este virus nos ha obligado a reconocer que todos hacemos parte de la especie humana porque su propagación no discrimina por creencias, género, situación económica, país de origen, raza, ni por ningún otro factor. Por lo tanto, todos los que habitamos este planeta, estamos expuestos por igual, lo que nos debe invitar a la unidad.

Nunca antes hemos sentido tan de cerca, que la acción de un pequeño grupo de personas puede afectar al mundo entero. Las personas que por acción u omisión siguen propagando el virus han puesto y siguen poniendo en jaque a todos los gobiernos y a todos los habitantes del planeta. Mientras el virus no esté contenido globalmente, ningún país, ni nosotros como especie, volverá a la “normalidad”.

Aprovechemos entonces esta coyuntura para vernos a todos como uno solo, para entender que todos hacemos parte de esta especie y de este planeta, y que lo que nos pase a todos, depende de las acciones que cada uno de nosotros realizamos en nuestro día a día. No somos seres independientes, todos estamos conectados.

Ojalá, cuando la pandemia finalice, no corramos ciegamente a volver a nuestra mal llamada “normalidad”, sino que apropiemos esta experiencia y la incluyamos dentro de nuestra nueva normalidad, una en donde todos somos uno, en donde las decisiones particulares reconocen las repercusiones globales, y en donde como planeta y especie, tomamos decisiones que garanticen nuestra viabilidad a futuro.

Que el aprendizaje de esta dolorosa experiencia sea reconocer que no somos 7500 millones de personas, sino que somos una sola especie que vivimos en un único planeta, lo que nos debe invitar a pensar siempre en la unidad. Recordemos que todos somos hermanos que vivimos bajo este mismo techo.

¿Cuál crees que debe ser el aprendizaje que nos debe dejar esta pandemia?

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Moción: Vivir la vida, sin excesos

Todos vivimos con los días contados, el problema es que no sabemos cuantos son. Frente a esto, algunos hacen planes a largo plazo y se dedican a construir un futuro y otros se dedican a vivir el momento, sin pensar en el mañana. Desafortunadamente he evidenciado ambos escenarios con malos resultados, por lo que considero que lo mejor es vivir la vida, sin excesos.

Por ejemplo, algunas personas con enfermedades crónicas a quienes los doctores no les dieron mucho tiempo de vida, se dedicaron a vivir el momento de forma desenfrenada, pensando que su fin estaba cerca, y por cosas misteriosas han vivido una larga vida. El inconveniente es que ahora no solo sufren por su enfermedad sino por todos los excesos que han cometido. Se han quedado sin dinero, con adicciones a las drogas y con más enfermedades que antes.

Por el contrario, hay otras personas que pensando sólo en el futuro, se dedicaron a trabajar 80 horas a la semana con el objetivo de acumular riqueza y bienes lo antes posible, para luego dedicarse a vivir. No obstante, no pudieron disfrutar de los frutos del arduo trabajo porque fallecieron antes de lo previsto.

La vida y la muerte son un misterio sin resolver. Hoy estamos acá, disfrutando, pero mañana no sabemos. Disfruta del presente porque cómo dice el refrán “El pasado es historia, el futuro es un misterio, pero el hoy es un regalo, por eso se llama presente”. No obstante, vívelo sin excesos, esperando lo mejor y preparándote para lo peor.

Piensa que no hay futuro, pero prepárate para él. Vive al máximo, como si este día fuese tu último, pero a la vez, el primero del resto de tu vida. No seas un espectador de tu vida, sé el protagonista.  La vida es muy corta, por larga que sea. Aprovecha el momento para ser feliz y hacer feliz a los demás hoy y el resto de los días. Construye tú futuro, viviendo tú presente, porque es la única certeza que tenemos. Y “no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”.  

Aprovecha el regalo de la vida, sin excesos, para que tú y todos los que te rodean sean felices hoy y siempre, y para que tus acciones perduren en el tiempo.

 

Moción: Expresión

¿Alguna vez te has puesto a pensar en el significado de la palabra expresión? Bueno, la respuesta por sencilla que parezca puede causarte una gran impresión, debido a que usamos esta palabra y sus derivadas a diario pero no reflexionamos a fondo sobre el ejercicio que estamos haciendo. Básicamente expresión significa ex-presión, es decir, una presión que ya no es.

Por lo tanto, el ejercicio de expresarnos o de expresar nuestros sentimientos e ideas es una práctica que realizamos para liberar nuestras presiones internas. Los sentimientos que no se expresan se vuelven una carga, una presión, que poco a poco se va acumulando hasta que estalla de alguna forma.

Una de las formas de estallar es que todos los sentimientos salen a flote en un instante, sin control. Lo que querías expresar es tan grande que te sobrepasa y tienes que dejarlo salir todo de una. El problema de esto es que no puedes controlarlo, es una presión muy grande, así que no siempre puedes manifestarlo de la mejor manera para que el receptor de tus sentimientos pueda recibirlo satisfactoriamente.

Otra forma de estallar es que tus sentimientos e ideas te empiezan a enfermar. Es lo que se conoce como somatizar. Tus sentimientos e ideas se convierten en síntomas físicos, orgánicos y funcionales. Al no encontrar salida, es como si tus sentimientos se expandieran por tus órganos y empezaran a presionarlos, causándote malestar físico.

Por lo tanto, ninguna de las formas de estallar es buena para ti, ni para los que te rodean. Es por esto que la solución, es ir liberando la presión, poco a poco, para que no se acumule. Y la forma de hacerlo es expresando tus sentimientos e ideas. Puedes hacerlo escribiendo o hablando con tu pareja, tu familia, tus amigos o conocidos, incluso con desconocidos, porque sólo el hecho de manifestarlos ya hace que se libere la tensión en tu interior.

Finalmente, tampoco se trata de expresar por expresar, salir a decir lo primero que se te ocurra sin pensar en el receptor de tus sentimientos, pues estos pueden afectarlos. Pueden ser recibidos de forma incorrecta o sencillamente el receptor recibe toda tu presión y ahora se convierte en su presión.

Aprende a expresarte, en justa y sana medida. No te cargues de emociones, libera la presión poco a poco, expresando tus sentimientos e ideas de la mejor forma y en el mejor momento.  No esperes a que sea muy tarde y estalles.

Moción: Principio 90/10

Según Harvard, una de las claves para ser felices es entender que la felicidad está en la mente y está determinada por la interpretación que hacemos de los hechos externos.  En este caso, Stephen Covey nos introduce el principio del 90/10, que básicamente dice que el 10% de nuestras vidas está relacionado con los hechos externos que nos pasan y el restante 90% está determinado por la forma en que reaccionamos a eso que nos pasa.

Lo que esto significa es que no podemos controlar que amanezca lloviendo, que hayan retrasos en el transporte público o que mi esposa me haya regado café en la camisa. Estos son los hechos externos que están fuera de nuestro alcance y representan el 10% de lo que nos pasa. Sobre lo que sí tenemos control, es sobre la forma en que decidimos reaccionar, lo cual nos afectará el 90% restante.

En el caso del ejemplo, puedes enojarte con la naturaleza por la lluvia, culpar al gobierno por el mal servicio del transporte y pelear con tu esposa por su descuido. Esto seguramente te cargará de mala energía, estarás pensando que iniciaste mal el día y que lo que mal empieza, mal termina. De esta forma, estás programando a tu mente para ver lo negativo del día y reaccionarás de esta forma a todo lo que te suceda.

O por el contrario puedes estar agradecido por la lluvia que nutre toda la naturaleza, reírte de la torpeza de tu esposa y decidir tomar un taxi, lo que te dará más tiempo para cambiarte la camisa y compartir con tu esposa unos minutos más.  En este caso, tus reacciones programan a tu cerebro para ver sólo el lado positivo, lo cual te carga de energía positiva y te permite afrontar el mundo con felicidad.

Es tu actitud frente al mundo que te rodea y lo que pasa en él lo que determina tus reacciones y en última instancia tú felicidad. Ésta no puede depender en que todos los días sean soleados, todo fluya perfectamente y no haya ningún conflicto, pues la vida es caótica y siempre habrá circunstancias que se salen de nuestro control. Por lo tanto, la verdadera felicidad está en aceptar el caos, lo que no controlamos y transformarlo gracias a nuestra actitud y nuestras reacciones en algo productivo y beneficioso que nos haga felices.

Es como aprender a montar bicicleta. Está en ti decidir que hacer después de la primera caída. Puedes dejarte agobiar por el miedo y no volver a intentarlo o puedes intentarlo de nuevo y descubrir la felicidad de andar en bicicleta, aún sabiendo que es posible que de vez en cuando te vuelvas a caer.

Disfruta el placer de estar vivo, aún sabiendo que te puedes caer eventualmente, y aún más, disfruta del hecho de caerte.  Aprende a levantarte y a disfrutar haciéndolo. Esa es la actitud y la forma de reaccionar frente a lo que te sucede que te hará feliz. Es por esto que la felicidad no está en nada externo, está sólo en ti, en tu mente.

Moción: El poder creador de la palabra

El lenguaje tiene la capacidad de crear universos enteros, porque con las palabras podemos hacer realidad lo que nuestra imaginación sueña, y al socializarla, hacemos que sea una realidad también para los demás. Cuando inventamos una nueva palabra estamos transformando ese imaginario en algo tangible, real.  Por lo tanto, si soñamos con un mundo mejor, debemos empezar a crear las palabras correctas y usarlas constantemente para que se transformen en realidad.

Nunca he visto un unicornio, minotauro, extraterreste o monstruo, por dar algunos ejemplos, pero solo por el hecho de que la palabra existe, y la conozco, estos personajes existen en mi realidad. No significa que crea en ellos, pero los puedo imaginar, así como cuando al escuchar las palabras playa, manzana o casa, puedo visualizarlas en mi mente.

Y es por esto que gracias a la literatura podemos sumergirnos en infinitas realidades. Los libros, las historias, nos pueden llevar al pasado, al futuro, a realidades alternas o a planetas lejanos. Todo lo que soñamos, al volverlo una palabra, se crea en nuestra realidad.

Independiente de cualquier creencia, el libro del génesis en la biblia es muy interesante porque demuestra el poder de la palabra. En él, Dios no crea la luz, las aguas, la naturaleza ni al hombre, Dios lo que hace es decir que se creen y les da nombres. Es decir, Dios crea todo el universo al decirlo y convertirlo en palabras. Y en ese sentido, tendría toda coherencia pensar que fuimos creados a su imagen porque tenemos ese mismo poder divino, el poder de crear nuestra realidad tan sólo mencionándola.

Si somos conscientes de este poder, entonces está en nuestras manos, o mejor dicho… en nuestras palabras, la capacidad de crear el mundo que soñamos. Pero para hacerlo, debemos empezar a ser conscientes de cómo hablamos y qué palabras usamos.

Hablar es algo tan natural como respirar y es por eso que lo hacemos de forma autónoma, repitiendo lo que escuchamos, sin muchas veces entender plenamente de lo que estamos hablando. Por lo tanto, no estamos creando nuestro propio mundo, sino que estamos repitiendo el mundo que nos rodea.

Esto explica por qué hay tanta corrupción, pese a que la mayoría pensamos que es mala para un país. Porque al decir constantemente expresiones como “Malicia indígena”, “Ser vivo”, “hoy por mi, mañana por ti” o “Es que dio papaya”, estamos creando un mundo de corrupción sin darnos cuenta.

Por lo tanto, piensa bien antes de hablar, escoge sabiamente las palabras que dices para que estás construyan el mundo que tu quieres, y no repitas palabras por que sí, sin entender el significado que estás cargan. Si lo haces, estarás un paso más cerca de aprovechar el poder creador de la palabra a tú beneficio. Úsalo, aprovéchalo para construir un mundo mejor para todos.

Moción: La tragedia de los bienes comunes

La tragedia de los bienes comunes de Garrett Hardin, en 1968, nos plantea el dilema en donde varios individuos que comparten un recurso limitado común, al actuar independientemente por un interés particular, terminan acabando con el recurso que todos necesitan.  Es como se dice coloquialmente: “Lo que es de todos, es de nadie“. No obstante, debido al crecimiento poblacional, la globalización, el capitalismo, entre otros elementos, cada vez se hace más necesario que todos nos empecemos a preocupar por los bienes comunes.

Para explicar mejor este dilema, Hardin uso el ejemplo del pastizal.  En este caso, un grupo de pastores comparten un pastizal, pero al ver que aún queda pasto sin ser consumido, cada uno decide aumentar la cantidad de animales hasta tal punto que ya no hay pasto suficiente y los animales fallecen.

Esto es lo que nos está pasando actualmente. Como individuos y organizaciones, hemos ido creciendo nuestra capacidad de consumo de recursos, sin pensar en ellos como un bien común, llevándonos a los límites de lo que podemos volver a generar y sobrecargando el planeta.

De esta forma hemos llevado a varios animales a la extinción, hemos deforestado nuestros bosques, contaminado nuestros ríos y mares, ensuciado nuestro aire, etc. Y si no nos detenemos y ajustamos nuestro actuar, muy pronto nos podrá pasar lo del ejemplo del pastizal, solo que ahora el pastizal es nuestro planeta y los animales que dependemos de él, somos nosotros, la raza humana.

Necesitamos cambiar de mentalidad y empezar a preocuparnos por los bienes comunes por encima de nuestros bienes particulares.  Lo que es de todos, debe ser responsabilidad de todos y debe estar de primero en nuestra agenda.  Porque a la larga, es la única forma de garantizar nuestra existencia a futuro.

Y cuando me refiero a todos, es a todos en el planeta, porque si un país, estado o sociedad no se concientiza sobre esto y sigue consumiendo los recursos de forma desmedida, pensando solo en ellos, nos pone en amenaza a todos. No obstante, el cambio empieza por casa, por tí mismo. Concientízate de esta problemática y cuida lo público. Luego, ayuda a movilizar a tu familia, las organizaciones a las que perteneces, tu ciudad, y así sucesivamente, hasta que todos estemos pensando lo mismo y cuidando nuestros bienes comunes.

No permitas que esto termine en una tragedia, la tragedia de los bienes comunes.

Moción: Sé real

Diferentes organizaciones y personas alrededor del mundo han empezado a advertir sobre los impactos negativos en las personas, especialmente en los jóvenes, de los estándares de belleza que promueven las celebridades y las redes sociales, al considerarlos irreales.  Por lo tanto, están invitando a todas las personas a ser más reales en sus redes sociales, iniciativa que apoyo y que considero digna de reflexión.

Estar en buena condición física y de salud es un objetivo que todos deberíamos tener, no sólo porque es bueno para nuestro cuerpo, sino también porque tener retos nos empuja a avanzar y ser mejores seres humanos. No obstante, cuando la meta se vuelve inalcanzable, o requiere esfuerzos exagerados para mantener el nivel, afecta nuestra autoestima e incluso puede atentar contra nuestra propia vida.

Es por esto que en vez de tratar de alcanzar estándares de belleza externos, como el de las celebridades, deberíamos enfocarnos más en alcanzar nuestros propios estándares. No todos podemos tener los abdominales marcados, los músculos definidos, las facciones delicadas, la piel sin imperfecciones, las curvas sobresalientes, etcétera, pero todos sí podemos alcanzar nuestros propios estándares reales de belleza, que nos permitan sentirnos a gusto con nosotros mismos, independientemente de lo que los demás piensen.

Y por lo tanto, deberíamos reflejar esto en nuestras redes sociales. No es necesario retocarnos la cara para tomarnos una foto, o tomar 15 fotos para elegir la mejor que va a ser publicada, o editarla para eliminar lo que no queremos que vean de nosotros.  Los que nos conocen en la vida real, cara a cara, cuerpo a cuerpo, saben que ese estándar de belleza que estamos tratando de mostrar no es nuestro “yo” real, nuestra belleza real.

La invitación o el reto, es que seas real.  Acéptate como eres, rétate para ser la mejor versión de ti mismo, física, emocional, intelectual y espiritualmente. No te dejes engañar o tentar por los estándares imposibles o irreales y muéstrate como eres, real, en tú día a día y en las redes sociales. Que todos te conozcan al natural, perfecta(o) con todas tus imperfecciones.

Y finalmente, pasa la palabra, pasa la moción. Invita a todos tus seres queridos a que sean rales y auténticos, hoy y siempre.

 

*Si quieres profundizar más, puedes consultar entre otras, la campaña de YMCA UK denominada “Be real“.

 

Moción: Hechos y datos, no personas

Cuando te conviertes en un líder, en una organización, te enseñan que para hacer una buena retroalimentación a las personas que están a tu cargo, debes enfocarte en los hechos y en los datos, y no en las personas.  Desafortunadamente esto deberían enseñarlo en el colegio y en los hogares para que nuestras relaciones sean mejores y para que esto sea lo normal.

De nada sirve decirle a una persona que es impuntual, pues cuando ya la etiquetamos como tal, no hay oportunidad de mejora o cambio. Por el contrario, si retroalimentamos las 3 ocasiones en que la persona ha sido impuntual esta semana, por ejemplo, tenemos la opción de reflexionar sobre las causas que generan el incumplimiento y generar planes de acción para mitigarlo a futuro. Es por esto que debemos enfocarnos en los hechos que queremos mejorar o evitar, en vez de enfocarnos en etiquetar a las personas.

No obstante, como no nos lo enseñan cuando somos pequeños, niños, entonces crecemos enfocándonos en las personas y no en los hechos.  Creemos que si nuestra novia fue alguna vez infiel, lo será siempre, y no profundizamos en las causas que la llevaron a ser infiel en esa ocasión.  Si un compañero llega sucio un día al colegio, lo etiquetamos de cochino y no nos preocupamos por entender los hechos detrás de ese acto, con el propósito de evitarlo a futuro.

Es más fácil para todos, generalizar y etiquetar, que llevar un registro de los hechos que nos molestan o incomodan de las personas que nos rodean, así que en vez de conversar al respecto y tratar de llegar a acuerdos que erradiquen o minimicen estos actos, nos dedicamos a ofendernos los unos a los otros.  Siempre es lo mismo, nunca haces esto, eres un…, nunca cambiarás, son algunas de las frases que usamos permanentemente cuando peleamos con alguna persona, esperando que cambie, pero sin haberle nunca manifestado, con hechos y datos, qué ha hecho que nos ha molestado y cómo quisiéramos que lo hiciera de ahora en adelante.

Te invito a reflexionar sobre cómo retroalimentas a tus hijos, a tu pareja, a tus conocidos. ¿Lo haces basado en hechos y datos, buscando las causas y definiendo planes de mejora, o lo haces sobre la persona, etiquetándola y generalizando su comportamiento?.  Si lo haces sobre los hechos, genial, sigue así, pero si lo haces sobre las personas, te propongo que ajustes este aspecto en tu vida y que me cuentes tus resultados.  Estoy seguro que serán maravillosos.

 

Moción: Barra libre o Buffet

Para aquellos que hemos tenido el placer de ir a un hotel o restaurante que cuenta con barra libre o con buffet, es decir, que cuenta con una gran cantidad de comida disponible para la selección del ciente, sin importar la cantidad o el valor, esta moción podrá ser desilusionante.

Si bien es cierto que la satisfacción como cliente es total, pues no hay tiempos de espera y se puede comer todo lo que se quiera, y que para los negocios es funcional porque pueden atender a un mayor número de personas, en un menor tiempo, el desperdicio de comida es desproporcionado.

Diariamente estas empresas botan toneladas de comida a la basura porque por normas de sanidad y seguridad alimentaria no se pueden regalar ni donar. No obstante, el punto de esta reflexión no busca centrarse en qué hacer con toda la comida que se desperdicia, más vale está en pensar en cómo hacer para que la comida no se desperdicie, o al menos no en los niveles actuales. 

Se me ocurren dos alternativas:

  1. Erradicar los buffets o barras libres: Ya sea porque nosotros los consumidores dejemos de solicitar y comprar estos servicios o porque las empresas dejen de ofrecerlos como una acción para mitigar su impacto ambiental.
  2. Ajustar los procesos y nuestros comportamientos: Si erradicarlos parece muy abrupto, entonces no nos queda otra sino hacer ajustes para minimizar el impacto. Estas modificaciones las deben hacer las empresas pero probablemente signifique que nosotros como consumidores tendremos que hacer concesiones.

Por ejemplo, si el buffet del desayuno en un hotel es hasta las 10:00am, quince minutos antes el hotel debería dejar de cocinar y servir nuevo alimento y esperar que se acabe todo lo que ya se procesó.  En cuanto a nosotros como consumidores, debemos ajustar entonces nuestro comportamiento y entender que si nos levantamos a desayunar al límite del horario, no vamos a encontrar toda la comida ni recién salida del horno.

Otra opción sería que todas las noches, los hoteles nos encuestaran sobre a qué hora vamos a desayunar y qué queremos del menú del buffet, para que puedan planear mejor la producción de qué se necesita cocinar y en qué momentos según el flujo de los huéspedes. Esto podría parecer incomodo para nosotros los clientes y más trabajo para las empresas, pero podría ser un precio justo a pagar si logramos reducir el desperdicio de comida y recursos diarios.

¿Tienes alguna otra idea de cómo podríamos hacer para reducir este impacto?

Moción: Etiquetas

Gracias al lenguaje, nuestra forma de vida se ha facilitado mucho. Ya no necesitamos llevar a los demás hasta donde está el objeto y señalarlo para que ellos sepan a qué estamos haciendo referencia. Ahora solo con decir palabras como árbol, casa, agua, etc., es suficiente para entender a qué nos estamos refiriendo.

No obstante, parece ser que se nos ha olvidado que estas palabras o etiquetas que les ponemos a las cosas, no representan el todo en sí. Es decir, un árbol es más que eso, podemos determinar qué tipo de árbol es (Pino, Samán), hacer referencia a cierta parte del árbol (tronco, hojas, flor, fruto),  discutir su altura, anchor, edad, y miles de cosas más que hacen parte de lo que es un “Árbol”.

En este mismo sentido, desafortunadamente nos pasa con las personas. Creamos palabras o etiquetas para definirlas pero olvidamos que las personas son mucho más que simples etiquetas. Claro, usar referencia como alto, calvo, con camisa roja, cuando alguien está buscando a una persona es muy útil y facilita la comunicación. El problema está cuando nos aferramos a las etiquetas para definir a las personas.

Y tenemos etiquetas para todo. Etiquetamos por género, preferencia sexual, país de origen, color de piel, edad, discapacidad, religión, poder adquisitivo, preferencia política, equipo de fútbol, en fin, por cualquier cosa. Y lo grave es que nos creemos las etiquetas y pensamos que todos los que tienen esa etiqueta son iguales. Nos cerramos a la posibilidad de conocer seres humanos maravillosos, o terribles, pero seres humanos únicos, por el sencillo hecho de haberlos definido en una sola palabra, en una etiqueta.

Te invito entonces a ver y comunicarte más allá de las etiquetas. Date la oportunidad de conocer personas diferentes a ti, sin pre-etiquetarlas. Disfruta definiendo a tus seres queridos en 50 etiquetas o más, no sólo en una o dos como solemos hacerlo. Finalmente, no juzques a nadie por las etiquetas que otros les han puesto, tomate el tiempo para conocerlas y ahí si, construye las etiquetas que consideres mejor las definen.

Recuerda, las etiquetas no son malas, facilitan nuestro proceso comunicativo, pero recuerda que son sólo eso, no son estándares universales, no son fórmulas simplificadoras ni definiciones sin peso. Cada etiqueta viene cargada con un peso según nuestros juicios y valores. Por lo tanto, no las uses sólo por repetirlas o porque están de moda. Úsalas sabiamente, para que representen todo lo que quieres expresar.

Especialmente ahora, en tiempos modernos, en los tiempos de #Etiqueta, piensa y valida muy bien lo que estás expresando en una sola palabra o etiqueta.