Según Harvard, una de las claves para ser felices es entender que la felicidad está en la mente y está determinada por la interpretación que hacemos de los hechos externos. En este caso, Stephen Covey nos introduce el principio del 90/10, que básicamente dice que el 10% de nuestras vidas está relacionado con los hechos externos que nos pasan y el restante 90% está determinado por la forma en que reaccionamos a eso que nos pasa.
Lo que esto significa es que no podemos controlar que amanezca lloviendo, que hayan retrasos en el transporte público o que mi esposa me haya regado café en la camisa. Estos son los hechos externos que están fuera de nuestro alcance y representan el 10% de lo que nos pasa. Sobre lo que sí tenemos control, es sobre la forma en que decidimos reaccionar, lo cual nos afectará el 90% restante.
En el caso del ejemplo, puedes enojarte con la naturaleza por la lluvia, culpar al gobierno por el mal servicio del transporte y pelear con tu esposa por su descuido. Esto seguramente te cargará de mala energía, estarás pensando que iniciaste mal el día y que lo que mal empieza, mal termina. De esta forma, estás programando a tu mente para ver lo negativo del día y reaccionarás de esta forma a todo lo que te suceda.
O por el contrario puedes estar agradecido por la lluvia que nutre toda la naturaleza, reírte de la torpeza de tu esposa y decidir tomar un taxi, lo que te dará más tiempo para cambiarte la camisa y compartir con tu esposa unos minutos más. En este caso, tus reacciones programan a tu cerebro para ver sólo el lado positivo, lo cual te carga de energía positiva y te permite afrontar el mundo con felicidad.
Es tu actitud frente al mundo que te rodea y lo que pasa en él lo que determina tus reacciones y en última instancia tú felicidad. Ésta no puede depender en que todos los días sean soleados, todo fluya perfectamente y no haya ningún conflicto, pues la vida es caótica y siempre habrá circunstancias que se salen de nuestro control. Por lo tanto, la verdadera felicidad está en aceptar el caos, lo que no controlamos y transformarlo gracias a nuestra actitud y nuestras reacciones en algo productivo y beneficioso que nos haga felices.
Es como aprender a montar bicicleta. Está en ti decidir que hacer después de la primera caída. Puedes dejarte agobiar por el miedo y no volver a intentarlo o puedes intentarlo de nuevo y descubrir la felicidad de andar en bicicleta, aún sabiendo que es posible que de vez en cuando te vuelvas a caer.
Disfruta el placer de estar vivo, aún sabiendo que te puedes caer eventualmente, y aún más, disfruta del hecho de caerte. Aprende a levantarte y a disfrutar haciéndolo. Esa es la actitud y la forma de reaccionar frente a lo que te sucede que te hará feliz. Es por esto que la felicidad no está en nada externo, está sólo en ti, en tu mente.
Así es, la felicidad nos la damos nosotros mismos! Nuestra felicidad está en crear con responsabilidad nuestro día a día!
Así es!