Moción: La perfección no existe.

Columna de piedras irregulares

La perfección, como mucho de los conceptos que usamos a diario, es relativa y por lo tanto no existe como tal. Lo que debemos entonces hacer cuando buscamos o queremos que algo sea perfecto es preguntarnos… ¿perfecto para quien?.

Con toda certeza mi pareja, familia y amigos no son perfectos, pero los considero perfectos para mi. Algunas de sus actitudes, comportamientos, opiniones o creencias las puedo considerar ideales o bastante distantes de serlo, pero no importa, porque así son y así los acepto, con lo que considero pueden ser sus fortalezas y sus oportunidades de mejora.

Sin embargo, lo que yo considero fortalezas u oportunidades de mejora puede que ellos mismos no lo consideren de esa forma. Por lo tanto, yo puedo querer ayudarlos indicándoles las cosas que pueden hacer diferente para ser “mejores” o para alcanzar la “perfección” en algún aspecto. No obstante, si ellos no buscan o desean ese tipo de “mejoramiento”, entonces debemos aprender a aceptarlo, sin insistir ni tratar de imponer nuestra realidad o idea de perfección.

Reconocer que la perfección es subjetiva, nos ayuda a entender que lo importante es buscar alcanzar nuestro ideal de perfección, no el de los demás. Si nos sentimos perfectos como somos, genial. Si sentimos que queremos cambiar, mejorar o transformarnos en algún aspecto para alcanzar nuestro ideal de perfección, maravilloso, empecemos. Sin embargo, nunca deberíamos hacerlo porque la sociedad o los medios nos dicen que así debemos ser porque ese es el estándar universal de la “perfección”.

Especialmente, porque al reconocer que la perfección no existe como tal, puede que hoy la sociedad nos imponga un paradigma, pero mañana lo más probable es que el modelo cambie y debamos nuevamente cambiar para mantener esa “perfección”. De esta forma, nunca nos sentiremos realmente satisfechos con nosotros mismos.

Los invito entonces a buscar ser la mejor versión de ustedes mismos, no porque los demás así lo exijan sino porque ustedes así lo sienten, recordando que lo importante es sentirnos que somos perfectos según nuestro propio criterio. Y en cuanto a los demás, es fundamental aceptarlos como son, reconociendo que puede que no sean “perfectos” según nuestro estándar, pero que pueden serlo según sus propios estándares. Eso ya los hace perfectos.



Imagen de nandhukumar en Pixabay.

Moción: El juego del calamar y el valor de la vida.

Imagen del juego del calamar

En estos días observé “El juego del calamar”, la serie surcoreana de Netflix, y me hizo recordar la subjetividad del valor de la vida. Si bien la vida de las personas debería ser invaluable y nadie debería poder arrebatarle la vida a otro ser humano, en el día a día se evidencia que las vidas si tienen valor y que este valor, como cualquier otra cosa, es subjetivo.

Espero que a todos nos asombre, e incluso nos aterrorice, que existan personas que estén dispuestas a asesinar a otro ser humano por tan poco dinero como podrían ser $10 dólares. De la misma forma, debería estremecernos pensar que quizás todos tenemos una cifra en nuestra mente por la cual estaríamos dispuestos a matar. Para algunos puede ser $1.000, $10.000, $100.000 o incluso $1.000.000 de dólares, pero probablemente todos, pese a nuestros principios, tendríamos un valor que nos haría por lo menos pensarlo.

Y este valor no es únicamente monetario. Muchos pueden pensar que si alguien intenta asesinarlos no tendrían reparo en asesinar a su atacante. Otros podrían pensar que si alguien viola a un familiar, seguramente no podrían contenerse y podrían acabar asesinando al violador. En estos casos, no hablamos de una valor económico pero si hablamos de una valoración subjetiva. Mi vida es más valiosa que la de mi atacante, o la vida de mis familiares es más valiosa que la vida de un criminal violador.

De esta forma no es raro encontrar personas que se aterrorizan por el asesinato de una persona por robarle el celular, pero que no tienen ningún problema en desear la muerte de todos los que considera “malos”. Ojalá matarán a todos los ladrones, violadores, drogadictos, pobres, musulmanes, migrantes, negros o chinos, son algunas expresiones que se escuchan o se dicen sin medir el valor de las palabras o la valoración que hacemos de las vidas de las demás personas.

Adicionalmente, tendemos a hacer esta valoración en términos objetivos, olvidando que todo es subjetivo. Probablemente el asesino que mata por $100 dólares, que le equivalen la comida de su familia por un mes, nos parezca más “malo” que el multimillonario que asesina al ladrón que le acaba de robar $100.000 dólares, los cuales equivalen a sus ingresos  de una semana o incluso de un día. Debido a que $100 es menor que $100.000 dólares, podríamos querer poner ambos precios en una balanza y pensar que el que asesina por menos es más malo, sin considerar lo que esa persona puede lograr con ese valor o lo difícil que es para ella conseguir esa cifra.

En conclusión, parecería que todos replicamos que la vida es lo más valioso e invaluable, pero de fondo todos ponemos la vida de las personas en una balanza y valoramos según nuestros criterios cual vida es más valiosa que otra.  Por lo tanto la invitación es a poner en práctica realmente que toda vida es invaluable y se debe respetar, independientemente de cualquier valoración que tendamos a hacer.



Moción: cuando hacer el bien no está bien

Una mano de una muñeca pidiendo ayuda

El viejo refrán o la premisa moral de “haz a los otros lo que quieras que ellos también hiciesen por ti” si bien tiene la mejor de las intenciones, olvida un elemento primordial y es el hecho de que somos diferentes y que lo que yo quiero para mi no es necesariamente lo que otros quieren para ellos.

Por ejemplo, si yo soy una persona masoquista y el dolor me produce placer, entonces siguiendo la premisa debería hacer sentir a otros dolor, porque eso es lo que deseo que me hagan a mi. O si yo soy una persona facilista, entonces en vez de enseñarle a mi hijo a que aprenda a hacer las cosas por si mismo, voy a ayudarle en todo para que no tenga que esforzarse porque así quisiera que me tratasen. Y así, podría seguir con miles de ejemplos, pero espero sean suficientes para generar la reflexión y el debate.

Espero sea claro que si bien ambas acciones se ejecutan con la mejor de las intenciones para hacer el “bien”, no están ayudando realmente a las personas que reciben ese trato. Probablemente sea lo contrario, en vez de hacerles un favor o un bien, estamos causándoles un daño.

Mi invitación entonces es a que reconozcamos que el “bien” no es un término absoluto. Que en el nombre del “bien” se han cometido grandes atrocidades a lo largo de la historia de la humanidad. Y que lo que es “bueno” para mi, no necesariamente es bueno para los demás.

Por consiguiente, esa visión individualista, de hacer a otros lo que quiero que me hagan a mi, debería tal vez transformarse en una visión más global, amplia o empática de “haz a los otros lo que quieras que ellos también hiciesen por ti, siempre y cuando eso sea lo que los otros también desean o necesitan de ti”.

Espero te guste esta moción y la apliques en tu vida. Y déjame tus comentarios al respecto o tus anécdotas de un “bien” que hiciste o te hicieron, que no resultó tan bueno.



*Imagen de Ilmars Zvirgzds en Pixabay.

Moción: La justicia es subjetiva

Justicia

Muchos pueden pensar que la justicia debe y puede ser objetiva para que sin lugar a dudas se tomen decisiones basadas en la “verdad” de los hechos. Sin embargo, muchos olvidamos que la justicia también es subjetiva pues está presente la subjetividad del victimario, de la victima y del juez, como mínimo. Esto, sin considerar todos los demás involucrados en un caso.

Por lo tanto, excepto que haya pruebas irrefutables de los hechos cometidos y que contengan la confesión del delito, el proceso tiende a volverse un tire y afloje de subjetividades. Y aún, con pruebas claras y concretas, la justicia también analiza los motivos, que en todo caso son personales y subjetivos, razón por la cual termina siendo la condena una decisión subjetiva.

Por ejemplo, en video puede aparecer el momento específico de un aparente atraco, asesinato o acto de corrupción. Sin embargo, así se sepa quién disparó, robó o pagó, no se tiene más contexto de la realidad y de los motivos que llevaron a esa situación.  El ladrón podría ser alguien que buscaba recuperar sus pertenencia previamente robadas, el asesino podría ser alguien defendiendo su vida y la de su familia, y el que realiza el pago podría estar haciendo algo legal, o un acto ilegal pero no necesariamente un acto de corrupción. 

Los testigos por su parte, como buenos humanos, pueden creer haber visto u oído algo que realmente no era, o pueden confundir rostros o fechas, según su estado mental y emocional. Y claro, pueden tener motivos ocultos para mentir, como proteger a un ser querido o por necesidad o miedo.

En todo caso, y aún con pruebas y confesión, luego se necesita determinar el motivo o la intención, que aún con confesión puede ser una verdad a medias o una mentira.  Un contrabandista de drogas puede ser detenido en flagrancia pero según su testimonio y colaboración, el delito puede ser uno u otro, al igual que el castigo. Un asesinato con dolo o culpa es diferente ante la ley y tiene castigos y penas diferentes. Un robo puede tener situaciones atenuantes. Y así, todos los casos.

La ley es un papel, un texto, que debe interpretarse. Y los hechos siempre tienen multiples versiones e interpretaciones, así que pensar en una justicia objetiva es pedir un imposible. Lo que debemos hacer es crear mecanismos para recopilar la mayor cantidad posible de pruebas para que las instituciones tengan las herramientas para minimizar la subjetividad a tal punto que sea razonable para todos los involucrados la decisión final.

Por lo tanto, debemos denunciar cada vez que somos víctimas o testigos de un delito. Y si podemos, debemos tomar videos, fotos o audios de los delitos y compartirlos con las autoridades, no en las redes sociales. De esta forma le damos herramientas al sistema para minimizar la subjetividad, más no para erradicarla.

¿Cuál es tu opinión al respecto?


La moción puede ser vista también en YouTube:


*Imagen de Sang Hyun Cho en Pixabay.

Moción: Conceptos vacíos

Con frecuencia utilizamos conceptos cuando nos expresamos, pero olvidamos comunicar la interpretación que le damos a esos términos, razón por la cual terminan siendo vacíos y malinterpretados, lo que nos lleva a discusiones innecesarias. Por lo tanto, la invitación de esta moción es a darle contexto a nuestros conceptos y llenarlos de nuestra interpretación para que nuestra comunicación sea más efectiva.

Por ejemplo, dada la coyuntura actual, es muy común ver expresiones como: “los buenos somos más”, “nos falta cultura”, “no tenemos ética”, “paros y bloqueos pacíficos”o “es justo”, entre muchas otras que caen en vacíos de interpretación. Lo bueno, lo malo, lo justo, lo ético, la cultura y la paz, como todos los conceptos, no son universales y absolutos sino que varían según la interpretación que les damos.

Lo que es bueno, justo, pacífico, ético y representa mi cultura, puede ser diferente para otras personas. Por consiguiente, antes de emitir juicios de valor según nuestra interpretación de la realidad, usando conceptos vacíos, deberíamos buscar dialogar para llegar a consensos sobre lo que esos términos significan para todos los interlocutores. Sólo cuando eso pase, sería posible usar el concepto sin explicación, mientras tanto, es necesario que aclaremos cómo interpretamos cada término.

Tengamos siempre presente que la realidad es subjetiva y que nadie posee la “verdad absoluta” porque esa verdad no es alcanzable, pero si podemos construir la “verdad colectiva” que se alcanza cuando todos tenemos la misma interpretación, es decir, cuando llegamos a consensos.

Por lo tanto, no permitamos que la sociedad y nuestras relaciones se destruyan por el uso de conceptos vacíos. Debemos darles contexto y nuestra interpretación para que podamos construir, porque de lo contrario podemos estar hablando de lo mismo, pero usando conceptos diferentes, o podemos creer que hablamos de lo mismo, cuando la interpretación es diferente. El problema no es el concepto (creo que todos buscamos la paz, por ejemplo), el problema es la interpretación detrás de él (qué tipo de paz y cómo la logramos).

Y especialmente es importante tener en cuenta esto cuando usamos las redes sociales, pues su propia dinámica nos invita a escribir corto y a usar sólo conceptos vacíos, sin espacio a explicaciones o interpretaciones.

Por eso concluyo haciendo la invitación a usar el teléfono para llamar, o a escribir largo y a darnos el tiempo de leer extenso, o a tener reuniones, en donde podamos expresar nuestras interpretaciones detrás de los conceptos, de tal forma que podamos entendernos realmente.


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Moción: ¿es el bien y el mal una definición absoluta?

En estos días intenté, fallidamente, tener una conversación con un amigo sobre el bien y el mal como términos absolutos pues se escucha mucho en estos momentos expresiones que pretenden dividir la población entre los buenos y los malos. Y cómo siempre, mi pregunta es… ¿Según quién? o ¿acuerdo con qué perspectiva? Porque para muchos, los malos son los marchantes y para otros muchos, los malos son los policías o el gobierno, por dar un ejemplo. Entonces, o todos estamos equivocados o efectivamente debemos entender que la realidad es subjetiva y los términos varían según cómo se interpreten.

Los buenos en general parecerían ser los que se comportan adecuadamente según mi cultura y mis creencias, mientras que los malos son los que no. Capitalistas vs socialistas, católicos vs musulmanes e izquierda vs derecha, son solo algunos ejemplos, en donde las personas que creen en esas filosofías consideran que sólo quienes persiguen los mismos ideales son buenos mientras que los que persiguen otros ideales son malos.

Ahora bien, si centramos el argumento es las acciones buenas o malas y no en las personas, podríamos pensar que el resultado es diferente, pero la conclusión será la misma. Por ejemplo, robar, mentir o matar, parecerían ser actos universalmente malos, sin embargo, ¿es malo el oficial que ejecuta la condena de pena de muerte porque así lo determina la ley?, ¿es malo el soldado que asesina a un combatiente ilegal?, ¿son malos los padres por mentir a sus hijos sobre la existencia de Papá Noel?, ¿somos malos por mentir sobre información que sabemos puede hacer sentir mal a los demás?, ¿es malo el que se encuentra un billete en la calle y se queda con él? o ¿es malo quien roba a un ladrón para devolver la plata a sus dueños o repartirla entre los más necesitados?.

Bajo ese concepto, si es la acción en si misma la que es absolutamente buena o mala, entonces no deberíamos cometerla nunca, bajo ninguna circunstancia, pero lo más probable es que muchos decidamos cometer ciertas “malas” acciones buscando un mayor “bien”. Y esa decisión se basa en la interpretación de lo que consideremos es un mal menor y/o un bien mayor, lo cual dependerá según nuestras creencias y cultura.

Por lo tanto, la próxima vez que juzgues a los demás como “buenos” o “malos” o recrimines ciertas acciones como “buenas” o “malas”, ten en cuenta que en muchos casos las personas no son ni hacen ciertas acciones por el deseo inherente de ser malos o hacer actos de maldad, sino que probablemente lo hacen pensando que a través de esos actos están alcanzando un bien mayor.

Ahora bien, esto no significa que si estos actos son sancionables por la ley local, no deban serlo, pues por ahora son un consenso de la población y deben cumplirse para garantizar la estabilidad social. Lo que no significa, es que por hacerlo, sean “malos” y deban ser eliminados por los “buenos”. Todos somos buenos y malos en alguna extensión del término o según alguna interpretación. ¡Recuérdalo!


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Moción: ¿Son, o deberían ser, adaptables las leyes?

Probablemente nuestro instinto nos lleve a considerar que las leyes no son, ni deberían ser, adaptables pues la ley es la ley y debería aplicarse de la misma forma para todo el mundo. Sin embargo, si bien este pareciese ser el espíritu de las leyes o normas, la realidad es que todos nosotros tendemos a buscar la forma de adaptarlas a nuestra realidad, mediante la interpretación.

Por ejemplo, creo que no hay una unidad residencial con piscina que considere apropiada la ley que exige tener un salvavidas los fines de semana, excepto que la piscina sea gigante, muy profunda y vivan cientos de niños. En la gran mayoría de los casos, las piscinas son relativamente pequeñas, poco profundas y no tienen una alta tasa de concurrencia de menores sin el cuidado de sus padres. Por lo tanto, tener un salvavidas parece un gasto innecesario, pero la ley lo exige. Entonces… ¿Todas las unidades residenciales con piscina lo tienen? Claro que no. Y frente a esto cada administrador(a) esgrimirá sus argumentos justificando su decisión, pese a que la ley es la ley.

Otro ejemplo muy frecuente lo vemos ahora en pandemia, con los diferentes decretos que emite el gobierno o los alcaldes. Frente a ellos, siempre quedan miles de preguntas sin responder y cada uno de nosotros interpreta los decretos a su favor. Muchos pensamos que nos estamos cuidando, que son innecesarios, que mientras nos cuidemos no necesitamos llegar a esos extremos, razón por la cual aún en toque de queda, inventamos cualquier excusa para salir. No obstante, criticamos a los que hacen exactamente lo mismo, interpretar la norma, pero cuyo resultado difiere del nuestro. Y es ahí donde decimos… “no aprenden”, “no entienden” o “son unos brutos”, pero siempre mirando hacia afuera, nunca hacia nosotros mismos.

Y desafortunadamente, lo que pasa con estos dos ejemplos, es lo que pasa con todas las leyes y normas. Cuando las interpretamos a nuestro favor, no decimos nada ni criticamos, pero cuando otras personas interpretan diferente y hacen algo que no nos parece, ahí si criticamos y pensamos que la ley es la ley y que todos debemos cumplirla. Parece que tenemos un doble rasero, flexible para nosotros e inamovible para los demás.

¿Qué debemos hacer entonces? Como siempre, no tengo la respuesta, sencillamente es una invitación a ser coherentes con nuestras creencias. Si crees que las leyes y normas son objetivas y deben seguirse, entonces no busques una interpretación que te favorezca y respétalas. Por el contrario, si crees que puedes adaptarlas mientras cumplas con el “espíritu” de la norma, entonces no critiques cuando otras personas hacen lo mismo, pues también la están interpretando a su criterio.

¿Cuál es tu posición? y ¿actúas coherentemente según esa posición?. Déjame saber tus opiniones.


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