El viejo refrán o la premisa moral de “haz a los otros lo que quieras que ellos también hiciesen por ti” si bien tiene la mejor de las intenciones, olvida un elemento primordial y es el hecho de que somos diferentes y que lo que yo quiero para mi no es necesariamente lo que otros quieren para ellos.
Por ejemplo, si yo soy una persona masoquista y el dolor me produce placer, entonces siguiendo la premisa debería hacer sentir a otros dolor, porque eso es lo que deseo que me hagan a mi. O si yo soy una persona facilista, entonces en vez de enseñarle a mi hijo a que aprenda a hacer las cosas por si mismo, voy a ayudarle en todo para que no tenga que esforzarse porque así quisiera que me tratasen. Y así, podría seguir con miles de ejemplos, pero espero sean suficientes para generar la reflexión y el debate.
Espero sea claro que si bien ambas acciones se ejecutan con la mejor de las intenciones para hacer el “bien”, no están ayudando realmente a las personas que reciben ese trato. Probablemente sea lo contrario, en vez de hacerles un favor o un bien, estamos causándoles un daño.
Mi invitación entonces es a que reconozcamos que el “bien” no es un término absoluto. Que en el nombre del “bien” se han cometido grandes atrocidades a lo largo de la historia de la humanidad. Y que lo que es “bueno” para mi, no necesariamente es bueno para los demás.
Por consiguiente, esa visión individualista, de hacer a otros lo que quiero que me hagan a mi, debería tal vez transformarse en una visión más global, amplia o empática de “haz a los otros lo que quieras que ellos también hiciesen por ti, siempre y cuando eso sea lo que los otros también desean o necesitan de ti”.
Espero te guste esta moción y la apliques en tu vida. Y déjame tus comentarios al respecto o tus anécdotas de un “bien” que hiciste o te hicieron, que no resultó tan bueno.
*Imagen de Ilmars Zvirgzds en Pixabay.
Me gustó tu enfoque en relación a que no necesariamente llo que nos gustaría que nos hicieran a nosotros es bueno para la otra persona, abrazo