Para aquellos que hemos tenido el placer de ir a un hotel o restaurante que cuenta con barra libre o con buffet, es decir, que cuenta con una gran cantidad de comida disponible para la selección del ciente, sin importar la cantidad o el valor, esta moción podrá ser desilusionante.
Si bien es cierto que la satisfacción como cliente es total, pues no hay tiempos de espera y se puede comer todo lo que se quiera, y que para los negocios es funcional porque pueden atender a un mayor número de personas, en un menor tiempo, el desperdicio de comida es desproporcionado.
Diariamente estas empresas botan toneladas de comida a la basura porque por normas de sanidad y seguridad alimentaria no se pueden regalar ni donar. No obstante, el punto de esta reflexión no busca centrarse en qué hacer con toda la comida que se desperdicia, más vale está en pensar en cómo hacer para que la comida no se desperdicie, o al menos no en los niveles actuales.
Se me ocurren dos alternativas:
- Erradicar los buffets o barras libres: Ya sea porque nosotros los consumidores dejemos de solicitar y comprar estos servicios o porque las empresas dejen de ofrecerlos como una acción para mitigar su impacto ambiental.
- Ajustar los procesos y nuestros comportamientos: Si erradicarlos parece muy abrupto, entonces no nos queda otra sino hacer ajustes para minimizar el impacto. Estas modificaciones las deben hacer las empresas pero probablemente signifique que nosotros como consumidores tendremos que hacer concesiones.
Por ejemplo, si el buffet del desayuno en un hotel es hasta las 10:00am, quince minutos antes el hotel debería dejar de cocinar y servir nuevo alimento y esperar que se acabe todo lo que ya se procesó. En cuanto a nosotros como consumidores, debemos ajustar entonces nuestro comportamiento y entender que si nos levantamos a desayunar al límite del horario, no vamos a encontrar toda la comida ni recién salida del horno.
Otra opción sería que todas las noches, los hoteles nos encuestaran sobre a qué hora vamos a desayunar y qué queremos del menú del buffet, para que puedan planear mejor la producción de qué se necesita cocinar y en qué momentos según el flujo de los huéspedes. Esto podría parecer incomodo para nosotros los clientes y más trabajo para las empresas, pero podría ser un precio justo a pagar si logramos reducir el desperdicio de comida y recursos diarios.
¿Tienes alguna otra idea de cómo podríamos hacer para reducir este impacto?
Sería interesante que los hoteles te pregunten qué quieres desayunar pero en un especie de “all you can eat” sin costó adicional. Así, tienes la satisfacción de que vas a recibir un buen desayuno, con todo lo que tú quieres y todo lo que vas a consumir, sin un costo adicional para el cliente y sin necesidad de desperdiciar por parte de los hoteles/restaurantes.
Gracias Diana por tu propuesta.