Moción: Abusos del poder.

El poder y la dependencia del poder son una mezcla toxica sin salida fácil. Los constantes casos de “manzanas podridas” dentro del ejercito y la policía, la corrupción, el acoso laboral y la violencia intra familiar son sólo algunos ejemplos que evidencian esta situación.

El ejercito y la policía son por defecto, instituciones basadas en la jerarquía y en cumplimiento de las órdenes de los superiores. Un soldado o policía que no cumpla órdenes ni respete a sus superiores, no sirve. Lo anterior, por principio, en un mundo ideal está perfecto. Pero en la práctica, unido al hecho de ser instituciones auto controladas, puede hacer que se tergiverse el sentido. No creo que sean “manzanas podridas” los que comenten actos que no corresponden con la razón de ser de estas instituciones. Tampoco creo que el problema sean las instituciones como tal. Lo que creo es que al interior de estas instituciones se vive el abuso del poder y la dependencia del mismo, lo que hace que estas situaciones se presenten frecuentemente, más de lo que quisiéramos aceptar.

¿Que opción tiene un soldado o policía que ve a un superior cometer un acto reprochable? No puede denunciarlos a un órgano de seguridad, porque ellos mismos son la institución de seguridad. Puede denunciarlo a un superior de mayor grado, pero si éste es “amigo” del superior, si vida como soldado o policía se acabó. Puede dejar la institución, pero si es la única fuente de empleo, o si es lo que realmente lo realiza como persona, ¿Por qué tendría que dejarla por otro que está dejando el nombre de la institución por el piso? Como ven, las opciones no son claras y la salida no es fácil. Creo entonces que el problema no son las instituciones, ni los soldados o policías de base que están podridos, creo que el problema son las personas en el poder de estas instituciones, que lo usan para sus intereses particulares y someten a sus miembros a una dependencia de ese poder.

Lo mismo pasa con la corrupción. Todos la reprochamos pero no podemos salir de ella. ¿Qué opción tiene un político si necesita una millonada de dinero para poder llegar a un cargo público? O venir de una familia millonaria, o endeudar sus decisiones con el partido o las empresas que lo apoyan. Por lo tanto nunca podrá gobernar para el pueblo porque desde el principio, tiene que gobernar para pagar su deuda. Así, el poder y la dependencia de él, se activan para que la corrupción sea el diario vivir, tanto así, que algunas veces la confundimos con la forma “normal” de hacer política. Igual, las salidas no son fáciles. Y de nuevo, el problema no son los nuevos políticos o la democracia como tal, tal vez el problema es el ciclo vicioso de los que ya están en el poder y buscan perpetuar su poder. A lo mejor necesitaríamos que el gobierno pague todas las campañas y que nadie pueda financiarlas con dinero externo.  Así todos tendrían la misma oportunidad y no tendrían endeudada su ética y moral.

Igualmente pasa en las empresas. Permanentemente escuchamos de empresas o líderes que son abusivos, que maltratan a sus empleados, que las condiciones laborales son malas, pero ahí siguen operando. Y de nuevo, ¿Qué opción tiene un empleado abusado? Puede demandar o denunciar, pero muchos sienten miedo porque creen que nadie más los va a volver a contratar pues ellos podrían ser los siguientes en ser demandados. Puede renunciar, pero si depende del ingreso, no podrá hacerlo hasta que consiga otro trabajo. Puede denunciarlo con en superior del jefe, pero si es “amigo”, le harán la vida aún más imposible para que termine renunciando. De nuevo, las salidas no son fáciles pues todos los asalariados dependen de su salario para sobrevivir. Y al depender de ese poder productivo, se sienten impotentes.

Finalmente, pasa de la misma forma en las familias. ¿Cuántos casos conocemos de violencia intra familiar, que siguen juntos?. Denunciar a la pareja significa perder los beneficios y crearse una estigma. Por eso muchos prefieren seguir ahí, sufriendo los abusos de la pareja, por la dependencia que tienen de ella, o por sus propios miedos. Por lo tanto la salida no es fácil, no es que me pegó y mañana denuncio, me mudo de casa, me llevo a los niños, etc. Cada decisión conlleva una serie de consecuencias que no todos pueden “pagarlas” y por lo tanto se ven obligados a quedarse.

Por lo tanto, esta moción tiene dos objetivos. Primero, que seamos más tolerantes y respetuosos cuando veamos casos de personas que no saben que hacer, que están siendo abusados, intimidados y explotados pero que no actúan, porque no ven la salida y no encuentran cómo salir bien librados de esa situación. Por lo tanto, respetemos y apoyémos a los que viven estas situaciones. Segundo, invitarnos a repensar en nuestras instituciones de poder (Gobierno, fuerzas armadas, empresas, iglesias y familias, entre otras) para que el poder no pueda mezclarse con la dependencia de él, y así podamos crear mecanismos fáciles para denunciar actos reprochables sin que los denunciantes (Las victimas) se conviertan en los victimarios ante los ojos de los demás.

De todos depende que podamos romper estos ciclos viciosos y construir instituciones de poder virtuosas, como deben ser.

¿Qué piensas tú?

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Moción: Democracias fallidas

El modelo democrático, tan idóneo en palabras y en papel, está evidenciando tener grandes fallas en la práctica, a mi parecer, en muchos países que lo ejercen. Y estos problemas vienen de todas partes, desde los gobernantes y las instituciones y poderes democráticos, hasta de la ciudadanía, en su forma de ejercerla y controlarla.

Primero, creo que los gobernantes y las instituciones democráticas se han olvidado de su rol, como representantes de una intencionalidad colectiva manifestada en las urnas, pero que no es estable y que se transforma constantemente. En esta situación, parece ser que el único rol de la ciudadanía es votar y ya. Y el único interés de los gobernantes es hacer que la ciudadanía vote por ellos, para que ellos puedan ejercer su plan de gobierno, sin necesidad de escuchar a la ciudadanía. Una vez electo, cada gobernante perece que se olvida de las personas que lo eligieron y peor aún, de las personas que aunque no lo eligieron, hacen parte de la población a gobernar.

Es decir, que desde las instituciones y los poderes democráticos, la democracia se ejerce para llegar a los cargos públicos, pero de ahí en adelante no se requiere. Después de las elecciones se transforma a un modelo autoritario, en donde cada representante busca sus intereses particulares, olvidándose de los intereses del pueblo. Parece que dirigen desde un escritorio, desconociendo la realidad de su pueblo.

Si lo comparamos con el sector privado, es como pensar que el rol de un gerente es estar todo el día en su oficina, viendo informes, sin ni siquiera conocer sus oficinas y las personas que laboran en ellas. Un gerente general que se respete, debe conocer todos los niveles de su organización y estar siempre dispuesto a escuchar a cualquiera de sus empleados. Lo mismo debería pasar en nuestras democracias, pero me parece que no pasa así. Los gobernantes gobiernan con informes, desconociendo la realidad de sus poblaciones y sin ningún mecanismo idóneo para escucharlos.

Segundo, y en relación con lo anterior, el rol del ciudadano de una democracia se ha venido desfigurando. Su único rol es votar. Más allá de eso, el ciudadano no encuentra los mecanismos idóneos para manifestar sus inconformidades y para encontrar respuestas. Por lo tanto, en la gran mayoría de los países veo como el ciudadano ha decidido optar por la “fácil” y es secuestrar las democracias. Hoy en día vivimos en democracias secuestradas por el interés del momento.

En Colombia por ejemplo, cada día un sector diferente toma la misma estrategia para hacerse “escuchar”. Los indígenas, taxistas, médicos, profesores, empleados de la rama judicial, campesinos, guerrilleros y paramilitares son sólo algunos de los ejemplos que en los últimos años han decidido hacer paros o manifestaciones de alguna índole para manifestar su inconformidad. Y no me mal interpreten, la marcha, el paro y las manifestaciones son una opción bastante válida, el problema está en la forma. Entre más colapsen al país, entre más daños o perdidas económicas causen, “mejor” es el resultado para hacerse escuchar y que el gobierno se siente a dialogar con ellos.

Reconozco que en muchos de estos casos, las causas son válidas e importantes, pero para mi pierden toda validez cuando la estrategia es hacer valer sus intereses por encima de los intereses de los demás. Lo hacemos para ganar algo, sin importar quienes pierdan. Y lo peor, es que todos estamos buscando mejorar, pero en muchos casos los resultados son tan fatídicos, que el presupuesto se destina para reparar lo destruido en vez de invertirlo en las verdaderas necesidades, así que de esta forma, secuestrando a la fuerza el escuchar del estado, nadie gana.

Finalmente, creo que si queremos resultados diferentes, debemos hacer cosas diferentes. Como ciudadanos, debemos reinventar nuestra forma de hacernos escuchar en las democracias, sin destruir o secuestrar al país, pero si evidenciando lo importante que nuestra voz es. Debemos crear nuevas formas, más simbólicas, con mayor significado e impacto, que permitan construir a futuro. Vivimos en un mundo digital, donde la reputación de una empresa se puede desplomar en 5 minutos por un mal actuar, pero nos parece improbable hacer lo mismo con las instituciones públicas y gobernantes. Yo no lo creo, y estoy seguro que hay formas diferentes de hacer valer nuestros derechos, respetando los de los demás, y sin necesidad de violencia.

En conclusión, si no queremos seguir viviendo en democracias fallidas, señores gobernantes y empleados públicos, necesitamos que escuchen al pueblo y que creen canales idóneos de comunicación para entender las necesidades de la población, para que puedan tenerlas en cuenta al momento de hacer su trabajo por el bien de toda la ciudadanía. Y compañeros ciudadanos, basta ya de secuestrar el actuar del estado a través de actos de violencia o manifestaciones que paralicen la economía, la movilidad y la libertad de los demás ciudadanos. Debemos crear nuevas alternativas para hacer valer nuestros intereses, respetando los intereses de los demás, de forma pacífica pero efectiva.

Ojalá, si ambas partes hacemos bien nuestra labor, nuestras democracias puedan brillar por ser ejemplo de prosperidad y bienestar para todos sus ciudadanos, gracias a instituciones sólidas y confiables que escuchan al pueblo, y una ciudadanía activa, participativa, que respeta y construye.

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Moción: Micro-violencias e irrespeto.

En línea con la anterior publicación, un amigo en estos días publicó una imagen de cuatro micro-machismos, los cuales efectivamente cuando se dan desde un hombre hacia una mujer, se constituyen en actitudes machistas, no obstante, si lo vemos con una mirada más amplia, esos comportamientos son micro-violencias y señales claras de irrespeto, independientemente de quién las origine y hacia quién se enfoquen. He aquí mi adaptación:

Soberbia: Cuando una persona incrédula cuestiona tu conocimiento e intenta iluminar tu discurso con su sabiduría. Es decir, cuando alguien trata de imponer sus creencias o su realidad sobre los demás, ejerce una violencia y denota que no respeta las creencias de los demás, al considerar que sólo la suya es válida.

Interrupcionitis: Interrupción innecesaria del discurso de una persona por parte de otra. Cuando alguien no permite que otras personas se expresen libre y abiertamente sobre cualquier tema, interrumpiéndolas y en muchos casos poniendo palabras en sus bocas como señal de que eso no es lo que querían decir sino otra cosa, se está violentando el derecho a la libre expresión y creencias.

Normalitis: Este concepto consiste en hacerle cree a una persona, de forma muy sutil, que está loca. Al no entender los pensamientos y sentimientos de otra persona, o al no compartirlos, tendemos a considerar que esa otra persona no es normal, no está en lo correcto y/o que está equivocada y tratamos de diferentes formas, algunas veces sutiles, y otras veces no tanto, de que cambie sus creencias a miedo de parecer estar loca, o no ser “normal”. Nuevamente, intentamos imponer nuestra realidad, violentando las creencias de los demás, enmascarados en la falsa creencia de que hay comportamientos normales y anormales.

Plagio: Se trata de ese momento, en que tienes una idea, la aplicas y una persona diferente se lleva los créditos de tu iniciativa. Puede ser tu jefe, un compañero, amigo, familiar o quien sea, aquí y en cualquier parte del mundo es usurpación, plagio. Cuando alguien hace pasar pasar por propias, iniciativas de otros, es una clara violencia y una señal de menosprecio e irrespeto con la persona que realizó todo el esfuerzo.

Por lo tanto, si aplicamos alguna o todas las actitudes expresadas en este escrito, no sólo estaremos actuando con actitud machista, si somos hombres y lo aplicamos con mujeres, sino que en general estaremos cometiendo actos de violencia sutil y demostrando nuestra falta de respeto por los demás.

Recordemos no ser soberbios creyendo que siempre tenemos la razón, permitamos que todos expresen libre y abiertamente sus opiniones sin interrupciones, olvidemos la falsa creencia de que hay cosas normales, y nunca robemos el esfuerzo de los demás. No importa quienes somos y a quienes aplicamos estas actitudes, pues si lo hacemos, siempre estaremos actuando violentamente, así no lo parezca.

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Moción: Todas las vidas importan (All lives matter)

En las últimas semanas hemos sido testigos de grandes manifestaciones alrededor del mundo con la consigna “Black lives matter” (Las vidas negras importan). Estos movimientos son el resultado de un racismo sistemático y estructural en muchos de los países en donde la población negra es minoría y considerada inferior. Por consiguiente, estoy totalmente de acuerdo y los apoyo en su búsqueda de un mejor mundo para la población negra, siempre y cuando se haga en paz y respetando los derechos de los demás.

No obstante, quisiera hacer una invitación a la población en general para ir más allá, porque aunque es importante luchar por los derechos de una población, es mucho más importante que todos luchemos por los derechos de todos. En este caso, creo que deberíamos manifestar que no sólo las vidas negras importan, sino que todas las vidas importan. Las vidas de los migrantes, de las mujeres, de los indígenas, de los pobres, de los trans, de las prostitutas y de los no creyentes importan, por nombrar algunos casos.

Pero no solo las vidas de las “minorías” importan, las vidas de los blancos, del hombre y de los ricos también importan. No se trata de querer voltear el equilibrio y que los que han sido la “mayoría” dominante ahora sean dominados y pierdan sus derechos, sino de que reconozcamos que todas las vidas importan, sin consideración de nacionalidad, color de piel, género, orientación sexual, creencias, afiliación política o situación económica.

Y esto debería hacerse no sólo porque es necesario para hacer viable nuestra especie, sino también porque es más funcional y práctico. Si cada grupo se manifiesta sólo por los intereses de su grupo, el movimiento tiende a perder fuerza, y en la medida que más grupos hacen lo mismo, más paisaje se vuelve. Hoy son los negros, mañana las mujeres, pasado mañana los indígenas, el día después los pobres y así, permanentemente hasta que todos los grupos se manifiesten peleando sólo por su pedazo, por su comunidad.

¿No sería entonces más ético y práctico que todos nos pronunciemos y manifestemos que TODA VIDA IMPORTA?

Y lo mismo deberían hacer los gobiernos, no sólo enfocarse ahora en rectificar la discriminación histórica de la población negra, sino también aprovechar para rectificar la discriminación de todo tipo y hacia todo tipo de población.

Moción: ¿Por qué decidí escribir mi libro?

Durante el lanzamiento de mi libro “Ética para un mundo viable”, muchas personas me preguntaron sobre el origen del libro, qué me llevó a escribir sobre ética y cómo se enlazaba con mi vida. Ésta entrada busca responder esos interrogantes. Espero la disfruten.

Primero, he de aceptar que durante gran parte de mi vida me consideré una persona muy inteligente y poco emocional. La mayoría de las cosas las entendía fácilmente, así que tendía a ser terco y a pensar que siempre tenía la razón, lo que hacía que me aislara un poco de las personas. No obstante, muchas de las cosas que aprendía, las olvidaba apenas terminaba el examen, pues no siempre les encontraba utilidad práctica en la vida cotidiana.

Adicionalmente, creo que es normal, en la medida en que vamos creciendo, que nos encasillemos según las creencias de las personas que nos rodean, al considerar que esas categorías son una verdad universal. Por lo tanto, yo era así porque mi signo es Acuario, o porque mi hemisferio dominante es el izquierdo, o porque según diferentes pruebas y tests concluían que soy analítico y racional. Y entre más teorías confirmaban que yo era como era, entonces más creía que debía ser como era. Profecía autocumplida.

Afortunadamente, entre más vivía y entre más experiencias tenía, más me daba cuenta de la diferencia entre la teoría y la práctica, entre el saber cosas y el entender cosas, entre ser cómo te han formado y ser cómo quieres ser, entre la inteligencia académica y la inteligencia emocional, entre usar las palabras o que las palabras te usen, y así, de muchas cosas más en la vida.

Cabe resaltar que estas vivencias van siempre de la mano con las personas con las que las experimentas. Mi familia, esposa y amistades han sido parte fundamental de esta evolución, permitiéndome reflejarme en ellos para descubrir y decidir cómo quiero ser y cómo no quiero ser.

Así pues, cada día se hacía más latente en mí, el sentimiento o pensamiento de que muchas personas en el mundo no tienden a ponerse en los zapatos de los demás, no dedican tiempo suficiente a entender la posición de los demás y viven juzgando y criticando a los que consideran que son o piensan diferente a ellos. Así como yo solía hacerlo cuando era más joven. Y esto sólo lleva a discriminación, polarización y violencia.

En ese momento mis reflexiones me llevaron a concluir que la única verdad absoluta es, o debería ser, que todas las verdades son subjetivas, que la realidad como entidad aislada de nuestro ser no existe y por eso cada persona tiene la razón sobre su propia vida. Y aceptar esto me llevó a ver el mundo de forma diferente.

Cada vez me enojo menos porque las personas no se comportan como yo espero; cada vez paso menos tiempo enojado, esperando que los que me han “lastimado” vengan a disculparse porque entiendo que muchas veces ni siquiera saben que lo han hecho; cada día juzgo menos y trato de entender más; y por esto, cada día me siento más feliz, más conectado con las personas, más amoroso y más dispuesto a aprender y construir con todos los que hacen parte de este mundo.

Justo en ese momento decidimos con mi esposa irnos a vivir dos años a Londres, así que pensé en aprovechar este nuevo aire y cambio de rutina para ver cómo transmitir este mensaje y así aportar un granito de arena en la construcción de un mejor mundo. En esos días, me encontré con un amigo y hablamos sobre el tema, y me hizo caer en cuenta que además de la reflexión sobre la realidad, era necesario ofrecer algo más, hacer un aporte sobre cómo construir ese mundo, entendiendo la multirealidad en la que vivimos.

Así fue como nació “Ética para un mundo viable”, un libro con la intención de mostrar algunos ejemplos sobre la realidad múltiple y cómo al entenderla, podemos vivir mejor y ser más felices, pero también con la intención de dar una pautas sencillas que nos permitan a partir de ese punto, construir un mundo mejor para todos, independientemente de nuestras creencias, valores, formación, género, orientación sexual, nacionalidad, situación económica, etc. Lo más difícil fue buscar cómo transmitir el mensaje de forma universal e incluyente, respetando las diferencias y creencias, para que todos nos identifiquemos al leerlo y podamos aplicarlo.

El borrador del libro estaba listo y dos de mis grandes amigos y mi esposa sirvieron de editores y correctores, gracias a sus comentarios y sugerencias. Desafortunadamente me ocupé y no fue hasta que volvimos a Colombia que lo retomé, le hice todos los ajustes necesarios y lo publiqué, justo por los días, cuando el mundo estaba conociendo el Covid-19 y cómo una acción puede afectar al mundo entero.

Así pues, cómo lo dije en el video, este libro es tan mío, como de todos los seres que han pasado por mi vida, porque gracias a ellos hoy soy quien soy, pues me han servido de espejo para decidir quién quiero ser en mi vida.

Mensaje de mi sobrina Catalina: “Sebas estubo jenial tu cuento aun que no lo lei pero se que estubo jenial”(sic)
Espero que a todos les guste mi cuento, cuando lo lean.

Si eres parte de ellos, comenta cómo te ha parecido esta entrada, si has notado mi evolución y/o alguna anécdota de nuestra vida juntos. Gracias a todos y honestamente deseo que el libro sea de gusto para todos y les permita seguir creciendo como seres humanos para que juntos hagamos de este mundo, un sitio viable para todos, ahora y a futuro!

Un abrazo grande a todos, ¡los quiero!.

Moción: Aceptemos nuestra historia para no repetirla.

En los últimos días hemos visto como diferentes grupos y manifestantes han tumbado varias estatuas de esclavistas alrededor del mundo en señal de protesta por el racismo aún vigente en nuestras sociedades. No obstante, si bien acepto la gran deuda social que tenemos con las poblaciones afro-descendientes en muchos países y el racismo estructural y sistemático presente en ellos, no creo que este acto aporte a crear una situación diferente y mejor.

Si esa fuese la solución o la norma, deberíamos tumbar las estatuas de Cristóbal Colón por la consecuencias sociales y culturales que la conquista de América trajo a los pueblos nativos; también deberíamos tumbar todas las iglesias y estatuas católicas por el exterminio de otras tradiciones y creencias ancestrales causadas por las cruzadas y la evangelización; En el mismo sentido, tendríamos que desmontar las redes férreas norteamericanas que fueron construidas por esclavos e inmigrantes; Igualmente sería justo tumbar las estatuas de hombres por el machismo arraigado de nuestras sociedades; Y a futuro, tendríamos que tumbar las plazas de toros por ser un recordatorio del maltrato animal.

Por consiguiente, si este fuese un actuar normalizado, no tendríamos historia porque nos veríamos en la necesidad de tumbar y reconstruir nuestras estatuas, edificios, plazas y demás, cada vez que la sociedad evoluciona o cambia. Si algo me sorprende cuando viajo por Europa, es la historia que cada plaza, edificio, muralla, estatua, placa o cualquier elemento cuenta de su larga historia de miles de años. Por el contrario, en Colombia veo con tristeza como vivimos tumbando viejos edificios, barrios, plazas, etc., para construir cosas más modernas, sin dejar rastro de nuestra historia y evolución.

La historia de la humanidad es la historia de los conflictos, normalmente contados por los vencedores, y puede ser muy dura, pero es lo que fue, y no podemos hacer nada para cambiarla. Ahora bien, lo que si podemos hacer es pensar en como re-configuramos estas estatuas, plazas, edificios, etc., para que reconozcamos nuestra historia, sin destruirlas, pero si re-significándolas. Las plazas con estatuas de esclavistas podrían volverse el punto de origen de movimientos sociales que logren el fin de la discriminación. Y al final, por qué no, poner una estatua al lado que lo conmemore, conservando así, los dos hitos históricos.

Si actuamos siempre con el ánimo de destruir, perderemos mucho antes de empezar a ganar, si es que es posible. Por eso es que debemos siempre pensar en cómo manifestarnos y actuar desde lo constructivo, aceptando nuestra historia, lo que somos y hemos hecho, para no repetirla y así convertirnos en algo mejor. Recordemos que hoy podemos tomar decisiones considerando que es lo mejor para nuestras sociedades, pero las sociedades futuras puede que no nos vean de esa forma.

¿Qué opinas tú? ¿Es válido destruir lo que consideramos no es adecuado o bien visto en nuestra sociedad moderna? o ¿Debemos aceptar nuestra historia y construir algo mejor?

Moción: La paradoja de la inclusión en el lenguaje

Entre más visibilidad tratamos de darle a través del lenguaje a minorías o grupos sociales que históricamente han estado en situación de discriminación o desigualdad frente a otros grupos, paradójicamente más énfasis hacemos en que son diferentes. Por lo tanto, creo que debemos buscar un equilibrio entre visibilidad, reparación y verdadera inclusión.

Por ejemplo, la tendencia creciente de expresar cargos en femenino para darle visibilidad e inclusión a las mujeres, a mi parecer, genera de alguna forma un efecto de exclusión, resaltando que las mujeres y los hombres son diferentes, cuando en esencia lo que queremos es revindicar la igualdad humana, sin diferencia de género. Complejizar el lenguaje diciendo “los líderes y las lideresas”, “los alcaldes y las alcaldesas”, “los presidentes y las presidentas” en vez de incluir, separa.

Creo que debemos tener claras las estadísticas y elaborar planes de acción para que hombres y mujeres tengan igualdad laboral y salarial, de tal forma que tengamos visibilidad y reparación. No obstante, hacer énfasis a través del lenguaje, de la diferencia de género, lo que puede producir es una diferenciación.

Y lo mismo con todos los casos. Si para expresar igualdad y visibilidad vamos a empezar a hablar de ricos y pobres, blancos, negros e indígenas, jóvenes y viejos, heterosexuales, homosexuales y bisexuales, personas con discapacidad y personas sin discapacidad, en vez de incluir a través del lenguaje, lo que hacemos es profundizar las brechas y la diferenciación entre grupos humanos. Además, si empezamos a segmentar, es peor aún si no consideramos alguna población en el discurso.

En el mismo sentido, tenemos que garantizar que todos los seres humanos tengamos los mismos derechos y deberes, sin importar género, identidad u orientación sexual, raza, nacionalidad, estrato socio-económico, edad, situaciones de discapacidad, etc. Claro, tenemos que tener estadísticas diferenciales para garantizar que se dé esta igualdad y debemos ofrecer alternativas para mitigar y reparar años de discriminación.

Pero en lo que no estoy de acuerdo, es en creer que para dar visibilidad, igualdad y reparación, debemos expresar o mencionar a través del lenguaje todas nuestras diferencias, para que todos nos sintamos incluidos. Esto por el contrario, excluye. Lo que creo que debemos hacer es trabajar para que al hablar de humanidad, todos los seres humanos, independientemente de nuestras diferencias, nos sintamos parte de ella y reconozcamos que tenemos los mismos derechos y deberes. Ésta sería la verdadera inclusión.

Reconozcamos y aceptemos nuestras diferencias y la deuda social que algunos grupos sociales tienen con otros, y hagamos algo para reparar y revindicar esas deudas, no desde el realce de las diferencias a través del lenguaje, sino desde una verdadera inclusión. No somos binarios, no somos polos opuestos, no somos conjuntos diferentes, somos iguales, humanos.

¿Qué piensas tú?

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Moción: Tips de viabilidad – Parte 4

Tip 4: Expresar para construir.

Expresarnos, como lo indica el origen de la palabra, significa quitarnos una presión de encima. Es una presión que ya no es (Ex-Presión). Por lo tanto, expresar nuestras emociones y pensamientos es un ejercicio terapéutico que nos permite liberarnos de todas las cosas que presionan nuestro ser. No hacerlo permanente o gradualmente, hace que nuestros sentimientos vayan generando una presión incontenible, que nos lleva a estallar eventualmente.

Cuando la presión no es mucha, tenemos mayor capacidad para medir y controlar nuestras palabras y emociones al momento de expresarnos. Cuando es alta, la probabilidad al descontrol es mayor, y pese a que al explotar liberamos la presión, nuestra presión, es posible que no lo hagamos de la mejor manera, lo que trasladará la presión a nuestro interlocutor. La presión no se dispersa del todo, se traslada, haciendo que el interlocutor la sienta como un golpe, una amenaza o un ataque violento.

Por consiguiente, siempre es mejor expresarnos cuando la presión es baja, permitiéndonos controlar mejor el impacto que puede tener nuestros sentimientos y opiniones en los demás, para que ellos puedan recibirlos de la mejor manera. Adicionalmente, expresar sólo cosas negativas, sin un claro objetivo, más allá de manifestar el sentir, no aporta mucho en el ejercicio de liberar la presión y especialmente en el ejercicio de construir a partir de nuestras emociones y pensamientos.

Quejarnos por quejarnos no sirve para mucho. Expresar que la situación está terrible, que la gente es inconsiente, que el planeta está sufriendo, etc., está bien para liberar un poco la tensión, pero no va más allá, no nos permite conocer realmente qué de toda la situación, la gente o el planeta nos afecta y especialmente, no nos permite construir algo. Debemos por lo tanto aprender a expresar, lo bueno y lo malo, siendo más concretos y específicos, y teniendo en cuenta qué queremos construir a partir de las cosas que expresamos.

“No me gusta tal cosa, creo que sería mejor de esta forma”. “Estoy aburrido de esto, quisiera hacer esto otro”. “Me encanta, sigamos así”. Estas frases, por ejemplo, son mejores para ayudarnos a expresar nuestros sentimientos y pensamientos y permiten la puesta en común con nuestro interlocutor, de tal forma que podamos construir en conjunto a partir de nuestros sentimientos.

Finalmente, si queremos hacer viable nuestro mundo para todos, debemos aprender a expresarnos saludablemente y buscando siempre que el objetivo sea construir, no destruir. ¿Con qué frecuencia expresas los sentimientos o ideas que te presionan internamente? y cuando lo haces, ¿Buscas construir o mejorar algo, o sólo lo haces para quejarte, renegar y ofender?

Espero esta reflexión nos ayude a reconocer la importancia de expresarnos para construir. Y si te gustó, te invito a leer mi libro “Ética para un mundo viable“.


Moción: Re-educación de las nuevas generaciones

En los tiempos modernos de la inmediatez y la hiperconección, en donde los jóvenes creían que podían agarrar al mundo en la palma de sus manos, que todo se podía conseguir a través de un equipo electrónico, que todo lo que desean puede hacerse realidad con sólo pedirlo y en general, que la vida se daba por sentada, esta nueva pandemia nos brinda una oportunidad educativa única para las nuevas generaciones.

El sentimiento de planeación y control se desmorona frente a circunstancias no concebidas. El concepto de importancia y urgencia se transfigura frente al riesgo de muerte inminente. Lo valioso adquiere nuevo valor frente a las nuevas necesidades de subsistencia. Las relaciones adquieren nuevo significado frente a la imposibilidad del contacto.

Las décadas pasadas de relativa paz mundial, de prosperidad global, de prolongación de la expectativa de vida y de avances tecnológicos nos llevaron a pensar que esa sería la realidad permanente a futuro. Pero la vida nos enseña que no se puede encasillar, que todo lo que hacemos o dejamos de hacer tiene repercusiones deseadas o indeseadas y que la vida cambia permanentemente.

Escuchamos que lo único que perdura en la vida es el cambio, pero tendemos a olvidarnos de esta realidad y creer que todo es estable y duradero, que todo se va a mantener como ha sido los últimos días, meses, años o décadas. Y ese es el mensaje o enseñanza que les hemos transmitido a las nuevas generaciones.

Esta coyuntura nos brinda entonces la oportunidad de recordarles que nada es eterno, que todo cambia, que no hay que dar nada por sentado, que lo realmente importante es ser feliz con uno mismo y tener la disposición de adaptarnos al cambio constante. Las relaciones, los bienes y el dinero van y vienen, lo único que perdura o que debe perdurar es nuestra capacidad de ser felices con o sin nada más.

Aprovechemos este tiempo en familia, para re-educar a nuestras nuevas generaciones para que sean felices con ellos mismos, sin importar nada mas, solo por el hecho de estar vivos, y que adquieran la capacidad de adaptarse a cualquier circunstancia. Pero obvio, para poder enseñar hay que dominar el tema. ¿Somos felices con nosotros mismos? Sin importar los cambios, ¿nos adaptamos y seguimos siendo felices? Bueno, ¿qué esperamos para re-educarnos y a las nuevas generaciones? Aprovechemos el momento.

Moción: La pandemia y la invitación a la unidad

La pandemia del Covid-19 nos ofrece una mirada única en la historia de la humanidad. Este virus nos ha obligado a reconocer que todos hacemos parte de la especie humana porque su propagación no discrimina por creencias, género, situación económica, país de origen, raza, ni por ningún otro factor. Por lo tanto, todos los que habitamos este planeta, estamos expuestos por igual, lo que nos debe invitar a la unidad.

Nunca antes hemos sentido tan de cerca, que la acción de un pequeño grupo de personas puede afectar al mundo entero. Las personas que por acción u omisión siguen propagando el virus han puesto y siguen poniendo en jaque a todos los gobiernos y a todos los habitantes del planeta. Mientras el virus no esté contenido globalmente, ningún país, ni nosotros como especie, volverá a la “normalidad”.

Aprovechemos entonces esta coyuntura para vernos a todos como uno solo, para entender que todos hacemos parte de esta especie y de este planeta, y que lo que nos pase a todos, depende de las acciones que cada uno de nosotros realizamos en nuestro día a día. No somos seres independientes, todos estamos conectados.

Ojalá, cuando la pandemia finalice, no corramos ciegamente a volver a nuestra mal llamada “normalidad”, sino que apropiemos esta experiencia y la incluyamos dentro de nuestra nueva normalidad, una en donde todos somos uno, en donde las decisiones particulares reconocen las repercusiones globales, y en donde como planeta y especie, tomamos decisiones que garanticen nuestra viabilidad a futuro.

Que el aprendizaje de esta dolorosa experiencia sea reconocer que no somos 7500 millones de personas, sino que somos una sola especie que vivimos en un único planeta, lo que nos debe invitar a pensar siempre en la unidad. Recordemos que todos somos hermanos que vivimos bajo este mismo techo.

¿Cuál crees que debe ser el aprendizaje que nos debe dejar esta pandemia?

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