En los tiempos modernos de la inmediatez y la hiperconección, en donde los jóvenes creían que podían agarrar al mundo en la palma de sus manos, que todo se podía conseguir a través de un equipo electrónico, que todo lo que desean puede hacerse realidad con sólo pedirlo y en general, que la vida se daba por sentada, esta nueva pandemia nos brinda una oportunidad educativa única para las nuevas generaciones.
El sentimiento de planeación y control se desmorona frente a circunstancias no concebidas. El concepto de importancia y urgencia se transfigura frente al riesgo de muerte inminente. Lo valioso adquiere nuevo valor frente a las nuevas necesidades de subsistencia. Las relaciones adquieren nuevo significado frente a la imposibilidad del contacto.
Las décadas pasadas de relativa paz mundial, de prosperidad global, de prolongación de la expectativa de vida y de avances tecnológicos nos llevaron a pensar que esa sería la realidad permanente a futuro. Pero la vida nos enseña que no se puede encasillar, que todo lo que hacemos o dejamos de hacer tiene repercusiones deseadas o indeseadas y que la vida cambia permanentemente.
Escuchamos que lo único que perdura en la vida es el cambio, pero tendemos a olvidarnos de esta realidad y creer que todo es estable y duradero, que todo se va a mantener como ha sido los últimos días, meses, años o décadas. Y ese es el mensaje o enseñanza que les hemos transmitido a las nuevas generaciones.
Esta coyuntura nos brinda entonces la oportunidad de recordarles que nada es eterno, que todo cambia, que no hay que dar nada por sentado, que lo realmente importante es ser feliz con uno mismo y tener la disposición de adaptarnos al cambio constante. Las relaciones, los bienes y el dinero van y vienen, lo único que perdura o que debe perdurar es nuestra capacidad de ser felices con o sin nada más.

Aprovechemos este tiempo en familia, para re-educar a nuestras nuevas generaciones para que sean felices con ellos mismos, sin importar nada mas, solo por el hecho de estar vivos, y que adquieran la capacidad de adaptarse a cualquier circunstancia. Pero obvio, para poder enseñar hay que dominar el tema. ¿Somos felices con nosotros mismos? Sin importar los cambios, ¿nos adaptamos y seguimos siendo felices? Bueno, ¿qué esperamos para re-educarnos y a las nuevas generaciones? Aprovechemos el momento.