Tip 3: Entrenar nuestro cerebro para ver lo que nos une.
Nuestro cerebro animal nos impulsa siempre a estar pendientes de lo diferente, porque puede representar un potencial peligro para nosotros, y es gracias a él que sobrevivimos a los riesgos del día a día. No obstante, si lo que queremos no es sólo sobrevivir individualmente sino construir un mundo viable para todos, no basta con hacerle caso a nuestro cerebro reptiliano.
Debemos entrenar a nuestro cerebro para que se fije también en lo cotidiano, lo normal, lo que nos hace iguales y especialmente en lo que nos une como especie en este planeta. Como vivimos en modo alerta, gracias a nuestra lado animal, el día a día lo transitamos en piloto automático, sin poner mayor atención porque es algo conocido, normal y seguro.
Damos por hecho que mañana saldrá el sol, que nuestros familiares, parejas y amigos estarán ahí, como lo han estado en el pasado, y que el día transcurrirá igual al día anterior. En consecuencia, la cotidianidad se nos vuelve paisaje y sólo nos detenemos a pensar cuando algo no ha salido de acuerdo al plan, cuando algo es “diferente” e irrumpe nuestra vida. Es entonces cuando toda nuestra atención se centra en lo distinto para tratar de entender si es un peligro y ver como lo mitigamos.
El problema es cuando nos quedamos sólo en este estado de “encuentra la diferencia“. Detectar problemas y mitigarlos para evitar riesgos es natural y beneficioso. No obstante, hace que nos olvidemos de todo lo que nos hace iguales y nos une, para sólo permitirnos ver lo que nos hace diferentes, separándonos entre lo que es “igual, normal y seguro” y lo que es “diferente, anormal e inseguro”. Si queremos hacer de este mundo, un planeta viable para todos y para muchas generaciones futuras, debemos re-entrenar nuestro cerebro para no vivir en modo automático, para que la cotidianidad no se nos vuelva paisaje, para poder ver más allá de las diferencias y poder encontrar lo que nos une.
Sólo dejando de ver las diferencias y centrándonos en lo que nos une, es que podremos construir colectivamente una realidad viable para todos, independientemente de nuestras diferencias. Re-eduquemos nuestros cerebros, pasemos de modo “encuentra la diferencia” a “encuentra la similitud”. Disfrutemos cada día como si fuese el último, porque nadie ni nada nos garantiza que no lo sea, pero buscando siempre aportar a construir un mundo viable para todos por igual.
¿En qué modo vives tu vida? ¿Buscando diferencias o buscando similitudes?

Si estos tips te gustan, te invito a revisar mi libro “Ética para un mundo viable“.