En la vida los seres humanos no tenemos control sobre muchas cosas que nos pasan, pero sobre lo que sí tenemos control es sobre la forma en que reaccionamos a ellas. Esa es la actitud con la que afrontamos la vida. Y, según algunos expertos, hay cuatro niveles de la actitud a nivel profesional que en esta ocasión quisiera adaptarla a nivel general:
Nivel 1: Odiar la vida. Las personas que tienen este nivel de actitud odian todo lo que hacen y todo lo que sucede les genera insatisfacción. Por lo tanto se quejan constantemente de cualquier cosa y culpan al mundo y a los demás de sus desgracias. Malo si llueve y malo si sale el sol.
Nivel 2: Aceptar la vida. Quienes tienen este nivel de actitud tienden a conformarse con lo que hacen y con lo que les sucede en la vida. Viven en resignación o indiferencia. La vida simplemente les pasa, sin que ellos tengan control. Se alegran por lo bueno y se enojan por lo malo.
Nivel 3: Amar la vida. Las personas con este nivel de actitud abrazan la vida y aman lo que hacen y todo lo que les sucede. Puede que su vida o su trabajo no sea lo que sueñan, pero aún así, la aceptan y la afrontan con amor. Son aquellos que son felices haciendo cualquier cosa o independientemente de las situaciones que vivan. Bueno si llueve y bueno si sale el sol.
Nivel 4: Generar la vida. Aquellos que tienen esta actitud frente a la vida sienten que han encontrado un propósito más allá de ellos mismos y trabajan para preservar y mejorar la calidad de vida de los demás. Se hacen responsables no sólo de sus vidas, sino de la de los demás. La vida no es algo que sólo sucede, es algo que se genera y se construye diariamente.
Por consiguiente, los dos primeros niveles sueles considerarse reactivos y pasivos debido a que la persona no tiene control sobre lo que hace o sobre lo que le sucede y sencillamente reacciona a los estímulos externos. Los dos últimos niveles se consideran proactivos, porque la persona es un protagonista activo que crea y define su realidad.
¿Cuál es tu actitud frente a la vida?