Moción: La perfección no existe.

La perfección, como mucho de los conceptos que usamos a diario, es relativa y por lo tanto no existe como tal. Lo que debemos entonces hacer cuando buscamos o queremos que algo sea perfecto es preguntarnos… ¿perfecto para quien?.

Con toda certeza mi pareja, familia y amigos no son perfectos, pero los considero perfectos para mi. Algunas de sus actitudes, comportamientos, opiniones o creencias las puedo considerar ideales o bastante distantes de serlo, pero no importa, porque así son y así los acepto, con lo que considero pueden ser sus fortalezas y sus oportunidades de mejora.

Sin embargo, lo que yo considero fortalezas u oportunidades de mejora puede que ellos mismos no lo consideren de esa forma. Por lo tanto, yo puedo querer ayudarlos indicándoles las cosas que pueden hacer diferente para ser “mejores” o para alcanzar la “perfección” en algún aspecto. No obstante, si ellos no buscan o desean ese tipo de “mejoramiento”, entonces debemos aprender a aceptarlo, sin insistir ni tratar de imponer nuestra realidad o idea de perfección.

Reconocer que la perfección es subjetiva, nos ayuda a entender que lo importante es buscar alcanzar nuestro ideal de perfección, no el de los demás. Si nos sentimos perfectos como somos, genial. Si sentimos que queremos cambiar, mejorar o transformarnos en algún aspecto para alcanzar nuestro ideal de perfección, maravilloso, empecemos. Sin embargo, nunca deberíamos hacerlo porque la sociedad o los medios nos dicen que así debemos ser porque ese es el estándar universal de la “perfección”.

Especialmente, porque al reconocer que la perfección no existe como tal, puede que hoy la sociedad nos imponga un paradigma, pero mañana lo más probable es que el modelo cambie y debamos nuevamente cambiar para mantener esa “perfección”. De esta forma, nunca nos sentiremos realmente satisfechos con nosotros mismos.

Los invito entonces a buscar ser la mejor versión de ustedes mismos, no porque los demás así lo exijan sino porque ustedes así lo sienten, recordando que lo importante es sentirnos que somos perfectos según nuestro propio criterio. Y en cuanto a los demás, es fundamental aceptarlos como son, reconociendo que puede que no sean “perfectos” según nuestro estándar, pero que pueden serlo según sus propios estándares. Eso ya los hace perfectos.



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