La procrastinación es la acción o el hábito de postergar, aplazar o retrasar tareas, actividades o situaciones que no queremos realizar porque nos producen malestar, ya sea porque las consideramos aburridas, incómodas, difíciles y/o estresantes, pero que reconocemos que debemos hacerlas porque son importantes a nivel personal o profesional. Sobre esto hay mucha literatura, pero quise hacer esta moción al respecto debido a una expresión que escuché en estos días que me llamó la atención: “tráguese ese sapo”, haciendo referencia al libro de Brian Tracy.
Por lo tanto, cuando tenemos una actividad importante por hacer pero que nos produce incomodidad, como tragarnos un sapo, tendemos a postergarla lo más posible, hasta que es inevitable. Este proceso si bien retrasa el “dolor”, hace que estemos constantemente pensando en él, lo que nos genera un estrés permanente hasta que finalmente llevamos a cabo la tarea. Esto significa que al procrastinar lo que hacemos es vivir en un constante estado de preocupación en vez de ocuparnos de inmediato de lo que nos afecta.
Pensemos que es como tirarse de un avión con paracaídas, no por diversión sino para salvar nuestras vidas. La primera opción, la del procrastinador, implicaría saltar del avión y esperar hasta el último segundo para abrir el paracaídas, lo que implica que durante toda la caída estaremos preocupados sobre si el paracaídas abrirá o no, y en caso de no hacerlo, ya no tendremos tiempo para resolverlo. La otra opción, es ocuparse de inmediato, en cuyo caso abriríamos el paracaídas apenas saltemos del avión, lo que nos despreocuparía por el resto de la caída porque ya sabemos que funcionó el paracaídas, o en caso extremo, nos daría tiempo para intentar cualquier cosa para lograr que se abra.
Esto lo que nos indica es que cuando procrastinamos, lo que hacemos es vivir en constante preocupación, evitando el dolor o la incomodidad que creemos nos generará la actividad, hasta que eventualmente tengamos que realizarla. Pensamos permanentemente en la tarea, lo cual nos genera estrés. Por el contrario, si decidiéramos ocuparnos de inmediato, tragarnos el sapo, entonces sufriríamos la incomodidad durante la ejecución de la actividad pero posterior a ella ya no pensaremos más en ella, no nos preocuparemos y no nos generará estrés.
Un posible resultado es que la tarea sea tan terrible como la imaginamos, pero en una opción vivimos preocupados por un tiempo y en la otra sólo durante la ejecución. En otro posible resultado, la tarea no era incomoda en absoluto, antes resultó ser placentera, pero procrastinando evitamos la actividad al máximo, estresándonos innecesariamente. Y un tercero resultado posible, es que la situación sea más difícil de lo pensado, de tal modo que si la postergamos hasta el último segundo, ya no tengamos opción de cumplirla en su totalidad, mientras que si la abordamos desde el principio, tendremos tiempo suficiente para ejecutarla.
En conclusión, si dejas las cosas que no te gustan para lo último, provocando que vivas en constante estrés y preocupación, te invito a que cambies la aproximación y afrontes primero las cosas que no te gustan. Te aseguro que verás los cambios, sentirás que el resto del día o la semana es más agradable y fácil, pues estarás menos estresado y preocupado, lo que hará que seas más productivo.
Espero te haya gustado esta moción, la apliques en tu vida diaria y me cuentes tus resultados al hacerlo.
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